jueves, 28 marzo 2024
Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Falta de insumos básicos en emergencia pediátrica del Uyapar somete a la infancia al ruleteo hospitalario

De todas las emergencias, las enfermeras del área de pediatría del Hospital Uyapar creen que solo pueden solventar un 2% de ellas. No hay insumos, ni médicos suficientes para aliviar el sufrimiento de los pacientes y sus familiares. El pediatra Hugo Lezama califica el estado del servicio como la “anti medicina”.

Las puertas de la emergencia pediátrica del Hospital Uyapar, en Ciudad Guayana, están abiertas pero en su interior no hay nada, o casi nada, aseguran personal médico y enfermeras. El único centro asistencial que queda operativo en el municipio Caroní tras el cierre del Centro Pediátrico Menca de Leoni enfrenta una escasez de todo lo que caracteriza este servicio según los estándares internacionales y la propia regulación nacional: material médico quirúrgico, medicinas y personal de salud especializado.

En un recorrido de la emergencia, Correo del Caroní pudo constatar que la disponibilidad de antibióticos es intermitente, lo que lo hace insuficiente para la estabilización de pacientes pediátricos, tal como indica la norma de medicamentos esenciales.

      Esto es grave. Estamos viviendo momentos difíciles en todas las especialidades pero, ¿pediatría? Que es la semilla del país para el progreso, ¡la están destrozando!”, expresó el doctor Hugo Lezama.

Actualmente la emergencia pediátrica no tiene la capacidad de atender pacientes en estado crítico, solo con emergencias básicas y con la condición de que sus familiares tengan suficiente dinero para costear las medicinas y demás insumos que su niño necesite, indicó la presidenta del Colegio de Enfermeras en el estado Bolívar, Maritza Moreno, quien presta servicio en el Hospital Uyapar.

No hay flujómetros para atender crisis respiratorias, ni gasas o Sulfadiazina de plata para tratar las infecciones a los niños que ingresan con quemaduras, ni con ácido Valproico, Diazepam o Epamin para atender niños que ingresen convulsionando. Tampoco hay Mebendazol o Metronidazol para auxiliar en caso de parasitosis y diarrea con sangre que pueda desencadenar cuadros de deshidratación, y para esto último no se cuenta con suficientes soluciones fisiológicas.

Tampoco hay analgésicos para aliviar dolores severos, y solo pueden suministrarse antibióticos básicos, no de amplio espectro como la Ceftriaxona que hace tiempo no se encuentra en la emergencia. “Ahí no tenemos esos medicamentos, lo que hay es muy poco. Lo que puede dar el gobierno, que es casi nada”, enfatizó Fiorella Paredes, enfermera del turno de la tarde.

Para atender casos severos de desnutrición las enfermeras acuden a casos sociales, ya que pediatría no cuenta con dietas nutritivas, y en muchos casos estos pacientes son remitidos al hospital Ruiz y Páez, en Ciudad Bolívar, a una hora de viaje, donde la asistencia funciona gracias a donaciones de venezolanos en el extranjero. La semana pasada, de cinco pacientes en la unidad de cuidados intermedios del Ruiz y Páez, tres eran del municipio Caroní.

 
Los niños que acuden con crisis respiratoria a la emergencia pediátrica del Hospital Uyapar deben ser remitidos por falta de flujómetros. Las tomas en las paredes están vacías | Fotos William Urdaneta
 

Los niños que ingresan con glucemia o anemia no cuentan con los medicamentos que necesitan. Los que acudan por emergencia y ameriten hematología completa, examen de orina y heces o plaquetas no podrán contar con el laboratorio de la emergencia.

Eliannys Benavidez, de 3 años, tiene la hemoglobina muy baja (en 4), y también tiene paludismo. Necesita urgentemente exámenes de laboratorio que la emergencia pediátrica del centro asistencial no puede ofrecerle. “Medicamentos tampoco he conseguido, tengo que conseguirle también el suero 0.30 o 0.45 para ponerle su tratamiento”, contó su madre Nirmaris Benavidez.

Eliannys tiene ocho días con la hemoglobina baja, y aún no le han hecho transfusión de sangre. Su madre ha tratado de mantener sus niveles de hemoglobina suministrándole jugo de remolacha con zanahoria y naranja porque hasta la fecha no ha conseguido suero ni medicinas para suministrarle a su hija el tratamiento que requiere.

Nirmaris recurrió primero a un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) en donde le aplicaron el examen de gota gruesa y luego fue al Módulo II de Vista al Sol donde la remitieron al Uyapar. “Estaba demasiada pálida, estaba que ya se me desmayaba y se hinchaba”, relató la madre.

Los familiares de los pacientes deben conseguir las medicinas por sus propios medios, subsidiando prácticamente la responsabilidad del Estado en garantizar el derecho a la salud de una población vulnerable, o apoyándose en organizaciones no gubernamentales.

Ayuda inmediata imposibilitada

“No podemos hacer nada, estamos con los brazos caídos porque no tenemos médicos para atender las emergencias como se debe”, lamentó la enfermera.

Fiorella ve con desesperación cómo día a día entran niños a la emergencia que no siempre pueden ser auxiliados. Ante la ausencia de médicos especialistas o médicos residentes, quienes enfrentan las emergencias de los niños es el personal de enfermería, que no está capacitado para esto pues depende de las acciones médicas para proceder.

Me la limpiaron, me le echaron agua oxigenada y me la tuve que llevar para la casa. No fue fácil, mi esposo estaba desesperado”, contó Evelin de Rivas

     

La emergencia solo cuenta con cuatro especialistas que no cubren toda la semana, y cuando asisten lo hacen de 7:00 am a 1:00 pm, el turno de la tarde no cuenta con especialistas. Se intentó conversar con especialistas, pero no estaban autorizados para ello. Según las enfermeras, no hay neurólogos, cardiólogos, gastroenterólogos, reumatólogos, neumólogos, infectólogos ni hematólogos, en ninguno de los turnos. Solo se cuenta con traumatólogos y área de cirugía.

“Esto es grave. Estamos viviendo momentos difíciles en todas las especialidades pero, ¿pediatría? Que es la semilla del país para el progreso, ¡la están destrozando!”, expresó el director del Colegio de Médicos de Ciudad Guayana, Hugo Lezama quien también es pediatra.

Lezama atribuye la falta de médicos especialistas en pediatría a una mala gestión hospitalaria. El pediatra evocó el cierre del Centro Pediátrico Menca de Leoni, cuya clausura significó la congestión de la emergencia pediátrica y pediatría en general del Hospital Uyapar. “Fue cerrado por un gobierno que no tiene capacidad de respuesta”.

 
Los familiares de los pacientes deben conseguir las medicinas por sus propios medios, apoyándose en organizaciones no gubernamentales
 

El cierre del Menca de Leoni tuvo dos consecuencias directas: el aumento de la mortalidad infantil y la renuncia masiva de médicos pediatras especialistas en el Uyapar. “Los especialistas estaban saturados, tanto los neonatólogos como los pediatras estaban sufriendo las inclemencias de pacientes a los que no podían auxiliar, y decidieron renunciar”.

También señaló que en reiteradas ocasiones los médicos pediatras pidieron reunirse con el gobernador, con la dirección del hospital, con los jefes de servicio y estos no acudieron al llamado.

La incapacidad de respuesta por parte del Ejecutivo, el Ministerio de Salud, el Instituto de Salud Pública y el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, más las condiciones salariales a las que estaba sometido el personal pediátrico especializado dieron como resultado una pérdida de capital humano en el departamento pediátrico del centro médico. “Un sueldo que se le paga a un médico no es insuficiente ni siquiera para justificar el traslado al hospital. El médico también tiene familia, tiene que comer, y tiene que vestirse, y tiene que mantenerse”, enfatizó el pediatra.

Sobre una emergencia pediátrica imposibilitada para auxiliar casos críticos, Lezama puntualizó que “así como está, no recibe ningún tipo de nombre. Se aplica la anti medicina”, frase que utiliza para referirse a las condiciones insalubres y de desabastecimiento en la que está.

 
El cableado del equipo técnico que Gema necesita está dañado, el monitor que está utilizando es un préstamo temporal del área de hospitalización
 

“A veces el paciente se queda solo. Los familiares de los niños se van llorando por todo lo que está pasando. Lo que hacemos es todo lo posible por inculcar esperanza espiritual a muchas madres allí”, relató Fiorella Paredes, quien también aseguró que diariamente reciben entre 15 y 16 pacientes porque ya la población está consciente de la inasistencia de los médicos especialistas.

Se remiten en promedio de cuatro a seis pacientes en la tarde, a otras instituciones. “Hemos tenido que mandarlos a otra institución corriendo desesperadamente. Esos niños se les mueren por el camino”, contó con un hilo de voz: “nosotros lloramos con los padres”.

Son las enfermeras las que han luchado por salvar la vida de los niños que diariamente acuden a la emergencia pediátrica, dentro de sus posibilidades. “Somos las que hemos sufrido, hemos llorado, hemos tratado de echar pa’ lante, las que hemos aguantado, y no sé hasta dónde Dios nos tendrá allí”.

Llegan muchos niños con paludismo, dengue, fracturas, infecciones respiratorias. Algunos acuden con sepsis con punto de partida (abdominal o respiratoria) y con deterioros neurológicos, otros ingresan convulsionando. Fiorella lamenta que de todo lo que necesita un paciente pediátrico en estado crítico, en la emergencia solo se les puede ayudar en un 2%.

Una emergencia pediátrica cerrada (la del Meca de Leoni) y otra casi cerrada significan una sola cosa para la población infantil de Guayana: desprotección total de la salud de los pacientes pediátricos.

Ruleteo

Ese es el caso de Gema Arias, una niña de 7 meses de edad que padece de meningitis por salmonela. Hace 20 días su padre, Rickaer Arias, la llevó desesperado a la emergencia del Hospital Dr. Raúl Leoni de Guaiparo, donde funcionaba el Centro Pediátrico Menca de Leoni porque estaba convulsionando, estando allí convulsionó 3 veces más.

En Guaiparo no pudieron hacer nada por ella. Su padre encontró auxilio para ella en la Fundación Lala y luego fue remitida a la emergencia pediátrica de Uyapar, pero bajo condiciones: sin médicos ni enfermeras, pues era un fin de semana. “Me dijeron que posiblemente las enfermeras tampoco podrían venir por el problema del transporte, y del efectivo”, contó el padre de Gema.

     

A veces el paciente se queda solo. Los familiares de los niños se van llorando por todo lo que está pasando. Lo que hacemos es todo lo posible por inculcar esperanza espiritual a muchas madres allí”, relató Fiorella Paredes, enfermera.

Rickaer lleva 20 días luchando por la vida de su hija, quien actualmente se encuentra en la sala de Trauma Shock de la emergencia pediátrica desabastecida. “Estoy tratando de que a mi niña no le falte nada, yo mismo consigo mis medicamentos, con el apoyo de mi familia y de varias fundaciones”. Además, también ha acudido a varias emisoras de radio para solicitar apoyo.

Gema depende de dos medicamentos que no están disponibles en la emergencia: Ciprofloxacina (antibiótico en una ampolla de 100 mg) y Ciclopcapron.

Hubo una noche en la que la niña comenzó a convulsionar, y no había enfermeras ni médicos de guardia. Rickaer acudió a otros servicios del hospital para conseguir auxilio para su hija. “Los médicos de otro servicio no se atreven a venir para acá porque si le llega a pasar algo a mi bebé no se hacen responsables”, comentó.

El padre de Gema tiene parientes que son enfermeros, y logró que le dieran autorización para que vinieran dos de sus familiares a auxiliar a su hija cuando no hubiese enfermeras. A causa de la meningitis tiene un edema cerebral, lo que dejará como secuelas impedimentos motrices en su brazo izquierdo y pierna derecha, para lo que necesitará un fisioterapeuta, y otra tomografía de cráneo. La primera le costó a su padre 45 dólares en una clínica privada y ahora necesita apoyo para costear la segunda.

 
Los pacientes que acuden a la emergencia también atestiguan el deterioro de la infraestructura, en la que tampoco se cuenta con materiales de limpieza 
 

Además, la niña necesita transfusiones de sangre, su padre comenta que la bolsa ronda los 80 dólares, pero que él corrió con la suerte de que solo le cobraran la serología en una clínica, por lo que ahora solicita donantes A positivo para la próxima semana.

Victoria Rivas también llegó a la emergencia pediátrica de Guaiparo un lunes en la noche, ingresó con la cara hinchada y sangrante: la había mordido un perro. En la emergencia limpiaron sus heridas y la cosieron. Era necesario dejarla en el lugar pero no había espacio. “Les pedí que me dejaran aunque sea en una silla, porque ella tenía la cara muy hinchada, pero me dijeron que no”, contó Evelin de Rivas, su madre.

Lo primero que le dijeron a Evelin es que ahí no había pediatra de guardia. “Me la limpiaron, me le echaron agua oxigenada y me la tuve que llevar para la casa. No fue fácil, mi esposo estaba desesperado”. Fue el martes en la mañana cuando pudieron ingresar a la niña.

El antiinflamatorio, la crema para las heridas, el agua oxigenada y la medicina para bajar la fiebre fueron insumos que su madre tuvo que conseguir por su cuenta. Lo que pudo suministrar la emergencia fue el antibiótico.

La madre de Victoria alertó sobre las condiciones insalubres de la emergencia, en la que aseguró haber visto chiripas caminando sobre las camas.

En 2019 la violencia se apoderó de los hospitales, es la conclusión de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH) presentada este viernes. El infectólogo Julio Castro, coordinador del estudio, afirmó que el número de médicos y enfermeras en las unidades críticas se mantuvo igual el año pasado y enfatizó que “no hay emergencias cerradas por falta de personal. La mayoría están operativas, pero con fallas”, señaló, mientras dijo que 60% son médicos residentes que se están formando, 30% son especialistas y solo 10% son médicos comunitarios, reseñó el diario TalCual.