jueves, 28 marzo 2024
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¿Y qué tal si todos jugamos béisbol?

Luisa Pernalete traslada las bondades del béisbol a la dinámica de país: “¿No les parece que todos podríamos tener al país como un gran campo de béisbol? Plurales, diferentes, con reglas aceptadas y respetadas”.

El otro día, por razones de salud mental, veía un juego de la pelota criolla: los eternos rivales, Leones contra Navegantes. Estaban 5 a 5 y ya en el inning 9, y de pronto, los Leones metieron una carrera pero había una duda y hubo que esperar a que los árbitros se reunieran y decidieran si había carrera o no… Los equipos rivales esperaron con calma, los fanáticos también, a nadie se le ocurrió abuchear al otro –oponente- o insultar a los árbitros… A los minutos salieron los árbitros y dieron su decisión: la carrera era válida y ello significaba el triunfo de los Leones. Los ganadores celebraron y los otros se retiraron, no alegres pero sin insultar a nadie.

Me quedé pensando, independientemente que este año la campaña no haya despertado ni mucha pasión ni mucho entusiasmo, qué podíamos aprender del béisbol los venezolanos en medio de esta situación. Y haciendo varias salvedades: soy del Cardenales, desde niña escuchaba “Este si es el año del Cardenales” y sin distinguir hasta hace poco entre un gol -del fútbol- y un jonrón, sigo siendo fanática de mi equipo, pero eso no me impide tener amigos incluso de los Tiburones -Ignacio y Doris, por ejemplo- ¡Miren qué amplitud! Esa es la pluralidad posible.

Fíjense. Hay varios contendores: 8. De distintos equipos, son oponentes, pues -más no enemigos-. Salen a competir en varias etapas hasta que queda uno solo. Se ven, compiten, unos ganan, otros pierden. Ninguno le grita al otro cuando gana: ¡No volverán! Incluso cuando llega la final, gana uno, y se sabe que el próximo año, como lo establecen los reglamentos, volverán a encontrarse. Los equipos van debidamente identificados. No esconden a cuál equipo pertenecen. Tampoco los fanáticos esconden sus simpatías.

En el país sabemos de ciudadanos que no se atreven a decir que están con uno u otro en esta contienda política, porque temen represalias. Una vez, una señora que vive en 23 de Enero me confesó que ella iba a las manifestaciones de la oposición, escondía su franela blanca en el bolso y se cambiaba al llegar a las mismas, y luego se la quitaba al regresar a su casa por miedo a los colectivos. Pues en el estadio no veo que los fanáticos escondan sus gorras o sus franelas… Eso me gusta. La posibilidad, incluso, de sentarse al lado de un seguidor del otro equipo y nadie recuerda a la madre del vecino.

Pasemos a algo muy importante: las reglas. No solo las “autoridades” -esas que tienen que tomar decisiones- conocen las reglas de juego. Todos las conocen, jugadores y fanáticos, y por eso los jugadores pueden adelantarse a las señales de los árbitros. El bateador sabe que se ponchó, y aunque no le agrada, se va con su bate al bullpen. Pero el público también sabe si se le dará boleto a un jugador por la cantidad de bolas que ha lanzado el pitcher.

Por supuesto, todos saben cuándo se ha bateado un imparable y los rostros acompañan las otras señas: jonrón… En fin, reglas conocidas y aceptadas por todos, jugadores y fanáticos. Y no se vale sacar reglas de la gorra en medio del juego. Imagínense: “ahora tenemos 5 bases”, o “se puede obviar pisar las almohadillas”, por ejemplo. ¿Qué es eso? Las reglas no se pueden cambiar porque a un árbitro o a un equipo se le antoje.

Eso sí es algo con lo que sueño yo: respetar las reglas de juego, que ya el país las tiene: la Constitución, ahí están las reglas de juego democrático. Por ejemplo: todos tenemos derecho a manifestar pacíficamente y sin armas. Y luego afirma: se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. También dice la CRVB que los tratados internacionales que se firmen, se vuelven parte de la Constitución. Entonces la Convención de Derechos del Niño, es obligación para el Estado; entonces no se puede permitir la tortura…

En fin: hay unas reglas que conocemos y el Estado tienen que acatarlas. Entonces, ¿cómo es que hay detenidos por manifestar? O todos tenemos derecho al trabajo: ¿cómo es que hay periodistas detenidos por informar? Pues entonces yo sueño con reglas de juego claras aceptadas y respetadas.

Otra cosa que he observado y que me gusta: si un jugador se lesiona, no importa del equipo que sea, los otros le ayudan, sin discriminar. Así tendríamos que ser en el país también… Ayudar al que sufre sin discriminar.

¿No les parece que todos podríamos tener al país como un gran campo de béisbol? Plurales, diferentes, pero con capacidad de firmarnos metas. Claro, mientras lo logramos, esperamos que todo el público pueda comer completo.