jueves, 28 marzo 2024
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¿Peligra la diáspora venezolana en Perú?

Algunos creen y tienen confianza en que el gobierno de Castillo se moderará para sobrevivir; otros piensan que será vacado irremediablemente; y finalmente, muchos están considerando que ya no hay nada que hacer para impedir la hecatombe social.

@abgoscarsalama1

Con el inicio del mandato de Pedro Castillo comienza también un torbellino de incertidumbres en más de un millón de venezolanos que viven en ese país, y que día a día se preguntan cuál será su futuro. Y no es para menos: en las primeras gestiones del actual gobierno se observa una clara inclinación procastrochavista y promadurista; lo que deja entender o tal vez confirma, sin ambigüedades, el perfil ideológico que caracteriza su presidencia.

El nuevo gobierno, al apartarse del modelo democrático de la política y al estrechar convivencia con los regímenes venezolano y cubano, no solo se margina de la actividad político económica occidental sino que como consecuencia de ello, tendrá que enfrentar una fuerte lucha institucional dentro de sus propias fronteras, que lo haría ilegitimo por la pérdida de confianza de sus ciudadanos, y por supuesto, del resto del Poder Público.

Indudablemente, esta situación no sería beneficiosa para la diáspora venezolana anclada en Perú, que se mantiene al margen de la legalidad migratoria, y mucho menos, para otros, que estando en situación de legalidad, pudieran resultar incomodos políticamente o requeridos por el régimen madurista para ser procesados. Ningún escenario se puede descartar: en los gobiernos comunistas, la mala fe se presume.

Aumentar las alertas regionales es una necesidad impostergable, por lo que pudiera ser otra desbandada migratoria por el continente americano. No solo los venezolanos transitarían, sino también peruanos considerados enemigos naturales del nuevo sistema; en tanto, avizorar mecanismos de ayuda, socorro y refugio sería una opción no descabellada que los países democráticos latinoamericanos deben considerar, a no ser, que definitivamente, estén dispuestos a confrontar al comunismo.

Algunos creen y tienen confianza de que el gobierno de Castillo se moderará para sobrevivir; otros piensan que será vacado irremediablemente; y finalmente, muchos están considerando que ya no hay nada que hacer para impedir la hecatombe social; sin embargo, ante todos estos escenarios, siempre será preferible actuar con prudencia y sosiego; pues, los que conocen estos procesos saben que pudieran estar montados en el titanic en la noche de su hundimiento, por lo que remontar esta posible tragedia, desde las perspectivas de la fatalidad, sería un grave error.