jueves, 28 marzo 2024
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La insólita inhabilitación de Juan Guaidó

No hay ninguna oportunidad de alcanzar los cambios que Venezuela demanda con urgencia, con estos querubines sacrosantos en el poder. Tomen en cuenta que este azote de plagas que ha destruido a Venezuela es la metástasis de su raíz castro-comunista, la que amenaza y ha amenazado la paz mundial.

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Las ocurrencias de estos robolucionarios sucialistas definitivamente rebasan los límites del honor y la vergüenza. Su cinismo es tan asqueroso, fétido y nauseabundo como paradigmático. Con al más insólito descaro y desfachatez andan por estos mundos de Dios profiriendo verbosidades, insultos y acusaciones a diestra y siniestra, las que dejan perplejo y boquiabierto a cualquiera; todo lo cual, a nosotros los venezolanos sufrientes de este azote de plagas que mientan robolución del siglo XXI, no nos debería extrañar. Lo del contralor Elvis Amoroso. (¡Oh! ¿Tenemos contralor?), al inhabilitar por 15 años a Juan Guaidó es una prueba más para la comunidad internacional y los tribunales nacionales e internacionales, verbigracia el de La Haya, de hasta dónde son capaces de llegar estos sujetos. Según la “impoluta y sacrosanta” opinión del contralor Amoroso, tal y como reseña las noticias, a Juan Guaidó se le acusa, “presuntamente”: “por recibir dinero de entes internacionales sin justificación; de ocultar, falsear datos contenidos en su declaración jurada de patrimonio”. Francamente, la impudencia de estos rojos rojitos no tiene límites. ¿Quién de los cuales soportaría una auditoría de sus bienes? ¿Cuál era el statu quo de todos ellos antes de que la robolución llegara al poder?

Al hijo de Amoroso, quien es apodado en los medios reguetoneros con el moquete de “El Duke”, posee una vida de estrella de Hollywood, en el que, entre otras ostentaciones, se le incluyen lujosos automóviles, yates y hasta avión privado. ¿Cómo Amoroso, con el paupérrimo sueldo que supuestamente debería devengar como parlamentario, y ahora como contralor general de la república, puede justificar las posesiones lujosísimas de su querubín? No debería extrañarme cualquier cosa que diga, puesto que a la hija predilecta del comandante eterno se le ocurrió una respuesta “brillante”: “ser ricos herederos de fabulosas fortunas”.

Quien vino a ponerle la guinda a la torta a este “aunque usted no lo crea desfachatez robolucionaria sucialista fue lo que, inmediatamente después expresó uno de los más insignes próceres dirigentes del PSUV: Darío Vivas, quien sin que le temblara la voz, afirmó algo que verdaderamente comprueba que esta gente no se va a parar ante nada, afirmando que la sentencia demuestra la independencia de poderes que existe en Venezuela”.

Después de esta, otra insólita payasada del régimen, a la comunidad internacional no debería quedarle ninguna duda de que, si bien, el camino deseado para salir de esta calamitosa crisis venezolana sería en sana paz, mediante: 1. Cese de la usurpación (es decir, que el régimen, todos, abandonen el poder); 2. Nuevo gobierno de transición, que inicie, cuanto antes la resurrección de Venezuela; y 3. Elecciones libres, con todos los poderes renovados, los cuales son mutuamente complementarias, sin ellos, todos inclusive, no es posible por dos razones fundamentales: primero, porque todos estos poderes, sin excepción, CNE, TSJ, Fiscalía, Contraloría, entre otros, son apéndices adláteres del Poder Ejecutivo; de los intereses de Cuba, Rusia y China, y segundo, porque ir a unas elecciones sin esas tres condicionantes sine qua non, sería, no sólo una estupidez sino un suicidio seguro. No hay ninguna oportunidad de alcanzar los cambios que Venezuela demanda con urgencia, con estos querubines sacrosantos en el poder. Tomen en cuenta que este azote de plagas que ha destruido a Venezuela es la metástasis de su raíz castro-comunista, la que amenaza y ha amenazado la paz mundial, al menos en dos oportunidades comprobadas en la historia contemporánea. Nikita Kruschev reculó a tiempo, evitando un conflicto internacional de consecuencias impensables, mandando a Fidel a que se lavara el paltó. ¿Querrá Putín obrar con la misma prudencia? ¿Se quedarán quietos los hijos del Tío Sam ante una nueva amenaza tan cercana?