jueves, 28 marzo 2024
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De propagandas y conspiraciones

Para el régimen y sus propagandistas del teclado, debe haber sido fácil contrarrestar la nefasta noticia sobre Alex Saab, al menos por un par de semanas. Menos mal que las mentiras tienen patas cortas, pero no se asombre el lector, cualquier cosa inventarán para tener preocupados a los venezolanos.

@RinconesRosix

Durante los primeros días de haber sido arrestado Alex Saab en Cabo Verde, por las redes sociales se exacerbó la “noticia” de que las diligencias del régimen habían sido fructíferas, que muchos intereses de varios países, China y la ex Unión Soviética incluidos, no iban a permitir que le tocaran a Saab ni para sacudir la caspa de sus hombros. Estaban pues terroristas y narcos unidos como nunca para rescatar a flamante amigo y representante del señor Maduro. Hasta llegó a correr una especie sobre la inminente salida de Saab vía Moscú. Todo fino. Menos mal que las mentiras tienen patas cortas, pero no se asombre el lector, entre medias verdades y bombas propagandísticas insistirán sin descanso en tener preocupados a los venezolanos.

Para el régimen y sus propagandistas del teclado, debe haber sido fácil contrarrestar la nefasta noticia, al menos por un par de semanas. Cuando revisé los tuits, algunos de periodistas creíbles, sin estar seguros, redactaban usando “al parecer” y “posiblemente” para referirse a hechos, sin medir el alcance de estas palabras en tuiterlandia. Debieron haber orientado y se dejaron llevar por las mismas urgencias de los usuarios. Le queda al lector ser cuidadoso y evaluar o desechar esas redacciones indecisas u otros factores. Por otra parte, los tuits de Bocaranda no ayudaban mucho, pues se iban por la tangente irónica en relación con las “habilidades” del régimen para torcer voluntades, ya no adentro, sino a nivel internacional, y eso aviva sensibilidades. Debo agregar que, a pesar de la locura de esos días, sí logré encontrar tuits bastante ponderados y ajustados. Con un poco de entrenamiento y tiempo, el lector puede manejarse mejor con esa y cualquiera de las otras redes sociales.

Locura de las redes aparte, la contra información en el caso Saab fue fácil para los propagandistas, pues saben muy bien que mucha gente, sea por frustración, cansancio o poca piel para escudarse de las manipulaciones, sobredimensiona el poder del régimen. Ellos tienen muy claro su objetivo: para ellos la realidad no importa, sino imponer un mensaje, y eso pasa por desacreditar o mermar la credibilidad de la oposición. Nada nuevo. Es por eso que usan la estrategia de dejar caer informaciones falsas sobre el propio régimen, para luego “desmentirlas” y subsecuentemente culpar a la oposición por “conspiradora y mentirosa”, y en eso mucha gente muerde el anzuelo. El plato de la confusión sigue servido en la mesa.

No la tenemos fácil los venezolanos para desenmarañar este engaño perpetuo, pero hay algunas luces. Cada día hay evidencias sobre quiénes están con el régimen y quiénes no.

Un sacerdote llegó a anunciar que el apocalipsis está comenzando en Venezuela, Dios nos agarre confesados. Especialmente lo decía por nuestra pobreza injustificada, la corrupción y sobre todo, por el imperio de la confusión ya extendiéndose por el planeta.

La conspiración contra la verdad viene a su vez de máquinas conspiradoras. Un movimiento de supremacía blanca llamado QAnon, al igual que otros en los Estados Unidos, se unieron a las campañas políticas para esparcir toda suerte de historias sobre comeniños y sobre pedófilos como los mayores poderosos del planeta. La ironía es que ellos saben sobre la existencia de los Fake News, justamente porque se dedican a inventarlos. Su objetivo no es otro sino horadar y atentar contra las instituciones de ese país y contra sus enemigos políticos. Después de escucharlos me pregunto dónde estará la estética de la gente que cree este tipo de cosas. Hasta las historias de invasiones extraterrestres suenan mejores. El impacto de este movimiento no había sido tan grande, pero lamentablemente ha crecido vertiginosamente en estos últimos meses. Con la comprensible incertidumbre sobre la verdadera naturaleza del coronavirus, estos grupos han “pescado en río revuelto” y han aumentado su influencia en las redes de manera alarmante. El mensaje que cuenta de toda esta ofensiva comunicacional es solo uno: la verdad no cuenta. Así es como, desde la izquierda hasta la derecha, han estado creciendo verdaderos movimientos contra los derechos de los ciudadanos. Sin información real es muy difícil para el ciudadano ejercer el poder que le corresponde por ley en un sistema democrático.

Falsedades o medias verdades siempre han ocurrido y, como sigue sucediendo ahora, pueden ser muy dañinas, al punto de opacar las verdades que realmente son de interés público. La diferencia ahora es que la tecnología ha puesto a las personas en la situación de tener que distinguir entre el verdadero y el falso o el sesgado, en un breve lapso de tiempo.

Me queda recordar algunas discusiones en el pasado sobre que “la verdad no existía” y no me extraña ya que esas aguas hayan traído estos barros. Si bien es verdad que existen diferentes concepciones y esquemas para interpretar la realidad, no es menos cierto que tenemos tradiciones filosóficas importantes que nos permite conocer las evidencias y manejarlas en los análisis.

Eso no ha cambiado ni desmejorado, el problema es otro, la voluntad de usarla. El ethos del poder.