viernes, 29 marzo 2024
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De lo ingenuo y de lo auténtico

En el ámbito de la creación artística lo que se ha erigido como una de las demandas más favorables para la consolidación de un lenguaje plástico, de una obra artística es el nivel de originalidad, de autenticidad del arte ingenuo o naif.

@ngalvis1610

La ingenuidad traduce de alguna forma un estado de originalidad, es decir, una absoluta ausencia de influencias generadas por el manejo de información. Dicho de otra forma, hablamos de una autenticidad en el actuar y en el ser. Estar en total limpieza o desprovisto de agentes contaminantes de la cultura. Ser ingenuo encarna una facultad de sanidad, desde la auditoria del saber o del conocer. Es interesante plantear esta situación, desde el ámbito de lo intelectual porque estaríamos asegurando que mientras menos información se tiene, más original se es.

En el ámbito del arte o de la creación artística, lo que se ha erigido como una de las demandas más favorables para la consolidación de un lenguaje plástico o de una obra artística es su nivel de originalidad, de autenticidad. Lo que de buenas a primeras podría traducir una exigencia de elaboración con pocos materiales, lo que hemos planteado anteriormente como el objetivo minimalista, y diametralmente opuesto a lo recargado y ostentoso del kitsch. Pero recordemos que en ambos casos nos centrábamos en los elementos compositivos, claro, sin dejar de adentrarnos en sus propuestas significativas, conceptuales y estéticas. Sin embargo, cuando nos convoca dilucidar sobre ese diáfano esencialismo de lo creativo en torno de su pretensión creativa, se nos convierte en un asunto que pareciera devenir divorciado de la mirada y de la observación intelectualmente artística. Ya que aparentemente se considera inabordable un asunto de pretensiones filosóficamente estéticas, vacía de conceptos, técnicas, información y preceptos básicos que justifiquen el producto de todo acto creativo ¿Es posible hablar de un arte ingenuo? Pensamos al unísono en la infaltable formación teórica y práctica del que pretende ejercer el oficio de artista plástico. La academia y los fundamentos que han determinado los grandes logros de la evolución del arte como nuestra mayor definición de civilización y de cultura serían abolidos en detrimento de una cuestión sin sentido y sin valor.

No obstante, en el mundo del arte existe un particular capítulo que atiende a estas interrogantes y que propone despejar los escepticismos que se puedan suscitar a partir de una propuesta no académica, posiblemente ingenua y autodidacta. El arte ingenuo o arte naíf como también es conocido trata del trabajo de artistas en sociedades sofisticadas que rechazan conscientemente la experiencia artística o simplemente carecen de la práctica convencional en la representación de objetos del mundo real. Sin embargo, los artistas de este tipo de arte no deben confundirse con los aficionados, que pintan y crean por esparcimiento. El artista ingenuo o naíf crea con la misma pasión que el artista curtido, pero sin el conocimiento formal de los métodos.

El arte naíf es muy simple, poco sofisticado y por lo general se refiere específicamente al arte realizado por creadores que no se han capacitado formalmente en una escuela de arte o academia. En la generalidad de los casos, fueron y son cultores que desarrollaron la creación artística de manera casi aficionada, no se dedicaron a la pintura como actividad principal, sino al margen de sus respectivas ocupaciones profesionales. No tuvieron formación académica: como ya lo advertíamos, se trata de creadores autodidactas. El empirismo que practican emana del deseo de huir del academicismo para conseguir unas manifestaciones artísticas menos contaminadas por los convencionalismos. Esa es una de las razones, por las que fueron considerados ingenuos, pero esta ingenuidad no debe ser estimada de forma peyorativa, sino que está unida a la búsqueda de la simplicidad para ofrecer así una visión del mundo transparente y exenta de artificios.

Esta condición revela la particular idea de concebir el arte, no como algo reflexivo y trascendente, sino como reflejo de la tranquilidad y despreocupación interior. Lo que ha originado que sus obras manifiesten como rasgo principal un ambiente completamente sereno y escéptico, circunstancia que le confieren a la existencia. Así se han ganado la valoración de las únicas convenciones artísticas íntegras, ajenas a cualquier tipo de contaminación externa. Esa falta de academicismo, el empleo de colores vivos e intensos y una temática un tanto exótica, fueron las combinaciones que definieron su estilo. Un estilo caracterizado por presenta contornos definidos atiborrados de precisión. Presenta una clara deficiencia en la aplicación de colores, texturas y de sombras y simplifica los elementos decorativos. Los diseños no tienen un acabado adecuado y los trazos no tienen gran perspectiva. Lo que le permite representar una visión ingenua del mundo con colores brillantes y alegres a partir de descripciones bastante minuciosas con una mirada idealizada de la naturaleza. Todo esto con una excelente potencia expresiva, aunque los dibujos suelen estar resueltos de manera incorrecta. Esto debido a la falta de perspectiva y profundidad, el uso de volúmenes planos, tan sólo apreciados por el uso arbitrario de su particular cromatismo. En ocasiones el dibujo está muy presente y en otras tiende a desaparecer en virtud de la presencia del color que se utiliza para obtener las formas.

Los contornos bien definidos y la acentuada precisión alcanzada logran unas obras extremadamente detallada y de mucha expresividad. La consecuencia es una temática muy variada y los artistas suelen decantarse por escenas de la vida cotidiana, alegres y coloristas de su entorno. Escenas que reflejan costumbres, tradiciones y una naturaleza idealizada, pero de notoria presencia. Y esto es lo podíamos considerar como de gran importancia para los pueblos porque se encarga de plasmar los momentos cotidianos que suceden en la vida de sus habitantes y los eventos que han sucedido en el pasado. “Refleja las costumbres y celebraciones buscando que la tradición no se disipe. Muestra las situaciones de cada pueblo y ciudad por medio de la expresión más genuina de las personas que viven ese contexto. Representa en sí la historia de los pueblos”.

Como contexto, fue desarrollado desde principios del siglo XIX por aficionados, porque se dedicaron a la pintura al margen de sus oficios y como una actividad más, sin haber recibido formación académica. Huyeron del arte convencional y preestablecido, como ya lo habíamos mencionado. Prevalece la tendencia al uso de colores brillantes y saturados en lugar de mezclas y tonos más sutiles. La otra gran particularidad es su notable ausencia de perspectiva, que crea la ilusión de que las figuras están varadas en el espacio, flotando.

Podríamos considerar entre las primeras manifestaciones del arte naif el mundo rural, en el que se inspiraba la imaginación creadora de los artesanos que vivían internamente de un ambiente relativamente emancipado. Este arte desapareció cuando se inició la Revolución Industrial y fue revalorizado, tiempo después, por las expresiones del romanticismo y las reivindicaciones nacionalistas del siglo XIX. Ahora bien, el arte naíf de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX estuvo sumamente identificado al desarraigo urbano, debido a que evocaba la naturaleza idílica que sentía perdida desde su visión nostálgica del pasado. “Buscaba sus orígenes bíblicos, mitológicos, exóticos, legendarios, oníricos, románticos y surrealistas”. Siempre definidas como obras muy intuitivas y un tanto ingenuas o “infantiles”. Aunque al final resultan ser pinturas desenfadadas pero que en su mayoría demandan de una gran aptitud artística y destreza para su ejecución.

Ya a mediados del siglo XX, la mayoría de los países desarrollados contaban con artistas ingenuos que habían alcanzado cierta popularidad. Y si tuviéramos que hacer la ineludible mención sobre algún representante de esta corriente artística, es cita obligatoria nombrar a Henri Rousseau (1844-1910) quien fuera considerado como el principal representante de esta corriente. En Rousseau parece reunirse todo el arte naif. Tenía como principal ocupación su trabajo en las oficinas de Aduanas en Paris, debido a esto fue conocido con el sobrenombre de “el aduanero” y es a partir de él que esta clase de arte adquiere unas características ya más definidas. A pesar de su ocupación oficial, su verdadera pasión era la pintura, a la que se inclinará por completo a la edad de 49 años, luego de abandonar su trabajo. Los críticos no lo elogiaban e incluso algunos llegaron a ridiculizarlo. Lo cierto es que llevaba una vida bastante austera con una pequeña pensión y algunos retratos que realizaba a sus vecinos o que lograba vender en la calle. Un artista al que en su época se le definió como “sugestivo, pero algo extraño y naíf”. Era aclamado por sus compañeros, entre los que se encontraban Pablo Picasso (1881-1973), Henri Matisse (1869-1954) y Constantin Brancusi (1876-1957). Sus pinturas enfrentaron a los convencionalismos de la sociedad burguesa del momento al recurrir a las técnicas realistas consideradas caducas. Pero esta peculiar manera de representar la realidad fue inmediatamente valorada por otros artistas como Kandinsky y los fundadores del cubismo Picasso y Braque.

Así que Naíf es atribuido a algo ingenuo, se dice que tiene una conducta inocente, infantil para algunos. Lo que puede aplicarse a muchos aspectos de la vida, y sin duda el Arte también adoptó este término para definir ciertos conceptos bien particulares y controversiales, como sirvió para congregar a una serie de artistas.

 *Bibliografía: Granados Valdés, Antonio, Sobre el arte naif, Tecnovic AG, Madrid, 2009.

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