viernes, 29 marzo 2024
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Contexto, veracidad y compromiso social: las claves del buen periodismo

El periodismo ha cambiado. Con la llegada del internet se masificó la cantidad de personas trabajando en medios. Las técnicas se transfiguraron. El mundo se globalizó.

@francescadiazm

Periodismo tiene definiciones vagas en los diccionarios. Se esfuerzan por sintetizar en dos líneas lo que a grandes autores les ha costado libros. Así, con definiciones poco profundas y una idea no tan clara, muchos jóvenes entran a la universidad con el fin de recibirse como periodistas. Yo estaba en esas filas.

Cuando estudias Comunicación (nombre muy ambiguo y poco específico para mi gusto) te preguntas, a veces sin siquiera entrar en materia, qué es periodismo. Hay muchas maneras de responder esta pregunta, la que encontré se titula Los cínicos no sirven para este oficio de Ryszard Kapúsciński.

“El autor es un reportero nacido en Polonia que se dedicó a estudiar el tercer mundo. Muy especialmente, África”. En su libro ofrece aforismos en los que tres líneas contienen el amor por el oficio y la realidad sin adornos de una profesión que, según él, consume rápido, pero toma tiempo construir.

Quienes estudiamos el área de humanidades siempre tenemos dudas. Y estas no se responden con lógica matemática porque nos desarrollamos en el campo de la subjetividad. De la interpretación personal y el estilo que diferencia nuestro trabajo de los de muchos compañeros. En este libro encontré respuestas que a veces las horas de clases no pueden dar. Es difícil hallar cabida en un mundo laboral donde todos parecen ir rápido y nadie tiene tiempo de enseñar. Se llega a avanzar mucho en la carrera aprobando parciales, pero es de suma complejidad evaluar si el aspirante conoce la verdadera esencia de la profesión y su importancia en las sociedades democráticas. ¿Cuál es la intención de describir la realidad? ¿Informamos para que se sepa lo que ocurrió a lo largo del día y mañana se deseche?

El periodismo ha cambiado. Con la llegada del internet se masificó la cantidad de personas trabajando en medios. Las técnicas se transfiguraron. El mundo se globalizó. El lector ya no busca lo mismo que hace 20 años; pero el objetivo siempre se mantiene: escribimos para permanecer. Comprender y reivindicar un mundo donde las injusticias están servidas todos los días. Es fácil para todos olvidar el feminicidio de Ángela Aguirre luego de un año: ¿los medios también va a olvidarlo? Esa es la esencia de servicio público: recordar y no dejar morir. El periodismo no es heroísmo, es dejar registro para que la opinión pública tenga claro qué tiene importancia y qué no. Periodistas todos los días deciden qué merece estar en el ojo público, pero esto no es tan relevante como que sus notas y reportajes deciden qué no tiene importancia, es decir, qué se olvida.

Si esto no se tiene claro, podemos volvernos cínicos. Y “ningún buen periodista fue un cínico”. Trabajaremos para las personas: ellos serán nuestra eterna fuente. Queremos escribir sobre sus existencias. Escribimos sobre ciertas personas para que otras personas nos lean. Somos el canal entre el mundo y ese hombre que llega todos los días de una larga jornada laboral y dedica media hora a leernos o ver el noticiero. Así de sensible es la responsabilidad que tiene el periodista en sus manos. Cada día hace un intento por encender la luz de las conciencias humanas.

El reto es recoger la información, superar las barreras de los idiomas, la falta de ideas, estudiar constantemente y redactarlo de una manera tan condensada que arda en las páginas. Esto para explicarle al lector cómo le afecta, viviendo en su pequeña ciudad, el caso de Covid-19 que acaba de ser detectado al otro lado del mundo… globalización, le dicen, ese fenómeno integrador es un nuevo desafío que busca revestir esta profesión de universalidad.

El libro hace énfasis en que los porqués siempre estarán por encima de los qué. En mucho tiempo, eso que escribimos será historia y no es tan importante recordar en qué fecha se vivió la revolución francesa, sino por qué las monarquías absolutas estaban tan gastadas. No se trata de estudiar hechos aislados. El sentido de informar es comprender los hechos con un sentido dentro del contexto en el que nos desarrollamos para así poder tomar decisiones. Es la información y el raciocinio lo que permite a la ciudadanía tomar buenas decisiones. Ese es el origen del desarrollo social. El primer mundo no lo es solo por sus grandes tecnologías, lo es por su contexto sociocultural.

Kapúsciński escribe como quien le habla a alguien joven sobre ideas que guardan solemnidad y años de labor, pero compresivamente como quien se refleja en sus lectores. Quienes, como yo, lo veían y creían entenderlo, pero necesitaban a alguien que les dijera para quién es este oficio: este texto puede guardar respuestas que los sorprendan más allá de los conceptos gastados. La verdad antes que las ventas es la clave de la ética periodística.

Cuando nos dé igual el contenido, escribir para uno u otro bando y buscar nuevas formas de narrar la misma historia, en ese momento se habrá perdido el objetivo del buen periodismo. Ese que se hace en defensa de aquellos que han sido olvidados o que no descansa hasta revelar la verdad sobre un caso que ya se daba por cerrado. Lucha y sacrificio por mantener a la población consciente e informada. No son superhéroes: son periodistas.