jueves, 28 marzo 2024
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Consejo de Estado: vida democrática o perecer en dictadura

La capacidad de aguante durante 20 años se pondrá a prueba con el acuerdo para el Consejo de Estado, en la definición de construir la democracia, la libertad y la justicia o conformarnos con la dictadura del terror moderno.

@OttoJansen

El Departamento de Estado de EEUU formalizó hace un par de días una propuesta de solución política para Venezuela: “Democratic Transition Framework for Venezuela”. Su centro es conformar un Consejo de Estado que lidere la transición del país vía a la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias en diciembre de este 2020.

El instrumento del Departamento de Estado que viene a acompañar y a emitir precisiones de interés a la resolución aprobada por la Asamblea Nacional y presentada por el presidente (e.) de la República, Juan Guaidó en días previos, al convocar a la conformación de un gobierno de unidad nacional, marca el tempo político y por ende acelera el plazo de las resoluciones, en un escenario acosado por objetivas situaciones de colapso en todas las áreas de la vida nacional y la potencial afectación del Covid-19. Pero además caracterizado por la ausencia de gobierno efectivo en primer lugar, y por el bochinche y la dispersión en general de los factores políticos dirigentes, ausentes del pulso social, de la elaboración de ideas, del compromiso con propósitos de renovación y acompañamiento de los cambios; circunstancia en la que las clases populares -como han observado especialistas hasta la saciedad-, las regiones y dentro de estas los pueblos más distantes, son víctimas directas y las más afectadas por la indefensión.

La propuesta norteamericana tiene de especial atributo que “abre” el juego político en nuestro país, con peso y capacidad de movimientos, tomando en consideración la diplomacia y decisiones de la comunidad internacional, a las que lamentablemente estamos sujetos en la presente coyuntura. Desde su acostumbrado accionar de eufemismos y parsimonia que ha debido en las últimas semanas, ir sorteando pasos sobre la determinación de ponerle fin a la tragedia venezolana. Esto que no es nada sencillo y que además, los analistas más versados han manifestado, se aúna a los obstáculos significativos de echar a andar desarrollos sostenibles en la ruta de democratización, que caracteriza el engaño y los atropellos de la revolución a las voces críticas y disidentes. La ley hecha a la medida, que ya hace bastante evidente la conducta criminal y las fauces del totalitarismo con la indiferencia a las penurias de la población. Por otra parte, el fardo de la acomodaticia postura de la mayoría del espectro opositor, desde el instrumento democrático que debían ser los partidos políticos. Siendo las necesidades del común de los vecinos en todas nuestras ciudades de tan alto apremio, no hay de contraparte la denuncia sostenida, la articulación para las luchas por la calidad de vida; la organización que oriente políticamente y sirva de palanca a la reconstrucción cívica en los espacios sectoriales. Existe un vacío local en el mensaje que hable de desarrollo, justicia y democracia. Simplemente la clase política quedó congelada en torno al electoralismo, ese que cuando por obra y gracias de alabanza al régimen -como lo muestran los más farsantes- se presenta. Por eso la importancia de la propuesta sobre acuerdo del Consejo de Estado, al que habrá que prestarle atención y darle respuestas con sobriedad y fundamento.

La letra pequeña es importante

En coyuntura global en la que las grandes ciudades se convirtieron en solitarias y los países han cerrado sus fronteras (ciertamente, mírelo usted) para enfrentar la horrorosa pandemia del coronavirus, y en momento que importantes pensadores pronostican trasformaciones drásticas en la civilización mundial, el trance otorga significativa relevancia a las particulares condiciones domésticas de Venezuela, en la actuación de la sociedad, de la Nación-Estado, como un todo. En las 14 condiciones y 2 garantías que establece el documento: “Marco de transición democrática para Venezuela” hecho público por el señor Pompeo, se encuentra (cito textualmente):

El pleno retorno de todos los miembros de la Asamblea Nacional (AN); Corte Suprema (TSJ) levanta orden de desprecio y restablece todos los poderes a la AN, incluidas las inmunidades para los diputados; Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se disuelve. Todos los presos políticos son liberados de inmediato. AN elige nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) y TSJ aceptables para todos los partidos o coaliciones de partidos que representan el 25% o más de los miembros de AN. La comunidad internacional brinda apoyo humanitario, electoral, de gobernanza, desarrollo, seguridad y económico, con un enfoque inicial especial en el sistema de atención médica, el suministro de agua y electricidad. Los programas de bienestar social existentes, que ahora se complementarán con el apoyo internacional, deben ser igualmente accesibles para todos los ciudadanos venezolanos. Se establece una Comisión de la Verdad y la Reconciliación con la tarea de investigar los actos graves de violencia ocurridos desde 1999, e informa a la nación. La AN adopta una ley de amnistía compatible con las obligaciones internacionales de Venezuela, que abarca crímenes de motivación política desde 1999, excepto los crímenes de lesa humanidad. El Consejo de Estado establece una fecha para elecciones presidenciales y AN simultáneas en 6-12 meses. Cualquier ciudadano venezolano elegible de conformidad con la Constitución de 1999 puede competir en las elecciones.

Elementos que siendo la “letra pequeña” tienen que tener ese impulso de convicción libertaria, probado por la academia, gremios, asociaciones ciudadanas y vecinales, empresarios, iglesias, comunicadores, trabajadores, profesionales, jóvenes, mujeres y representación indígena, principalmente en las regiones: aquí entra la importancia de Guayana. La capacidad de aguante durante 20 años se pondrá a prueba con el acuerdo para el Consejo de Estado, en la definición de construir la democracia y la justicia o conformarnos con la dictadura del terror moderno. Deberá ser parte del imprescindible muro de contención para que la vida y el futuro, no nos sea arrebatado, de igual modo, por el apocalipsis del Covid-19.