martes, 19 marzo 2024
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Buscan el gobierno pero no el poder

Sustituir por completo el sistema construido por la Corporación Criminal y construir otro bajo el imperio de la ley, la libertad y la democracia.

La carencia de conciencia histórica en la mayor parte de los dirigentes opositores les ha impedido orientar con claridad los propósitos de su lucha, aunque haya sido dedicada y constante en muchos casos. En el fondo no se han planteado el problema del poder.

Cuando se observa que esos dirigentes dirigen sus afanosas gestiones a la búsqueda y realización de elecciones, suelen invocar que es la vía menos traumática para el país o la que permite avanzar para consolidar posiciones y, a partir de allí, buscar nuevas y mejores oportunidades. Ante el argumento de que esa vía no significa la salida del régimen, suelen responder que, aunque no les gusta Maduro, no hay opciones salvo la vía gradual que proponen.

Supongamos que no hay propósitos oscuros ni la intención de prolongar la vigencia de la Corporación Criminal en Venezuela, sino que hay sinceridad en cuanto a no ver otra vía factible para retornar a la democracia. Propongo otra mirada.

La mayoría de los partidos opositores se ha planteado la cuestión del gobierno. Sin duda querrían llegar al gobierno y desplazar a Maduro; es decir, se plantean ocupar el lugar de Maduro pero no derrocar su régimen. Quisieran tener una Asamblea como está ahora con un PSUV cuya presencia la inutiliza porque no la asume como el Poder Legislativo que podría haber sido; un CNE “equilibrado”, pero no de demócratas a carta cabal; un Ejecutivo con los opositores de ahora al frente, pero no la jefatura de un Estado constitucional y democrático.

Querer parcelas de poder está bien en una democracia. Es lo normal. Un partido domina el Ejecutivo y tal vez otro el Legislativo, unos controlan el Poder Nacional y otros el regional o municipal. Eso es en democracia y eso es democracia. Sin embargo, en el marco de un régimen dictatorial y criminal las fuerzas que luchan por la libertad no pueden plantearse el problema de las parcelas, porque las parcelas las controla dictatorialmente el jefe del latifundio. Y mientras Este siga, las parcelas se vacían de poder, como es el caso de la Asamblea Nacional actual.

La cuestión que hay que plantearse en este marco y que no es objeto de atención por parte de esa mayoría de dirigentes opositores es el problema del poder; es decir, sustituir por completo el sistema construido por la Corporación Criminal y construir otro bajo el imperio de la ley, la libertad y la democracia.

Cuando se busca el poder para las fuerzas de la libertad no se buscan parcelas, salvo que sean como palancas para la consecución del poder, es decir, del nuevo sistema que habría de construirse. No es lo que ha ocurrido: las parcelas se convirtieron en fines en sí mismos.

Procurar el poder significa plantearse el objetivo de tomarlo y una estrategia acorde. No es un espacio que abre el enemigo sino una ciudadela que se asalta.

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