martes, 19 marzo 2024
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Trabajadores de Guayana que emigraron tras ruina de empresas básicas potencian industrias en el exterior

Venezuela protagoniza la segunda ola migratoria más importante del mundo. 5 millones de venezolanos han salido forzadamente del país producto de una crisis sin precedentes, que arrastra a los trabajadores de Guayana que hoy desde el exilio relatan sus aprendizajes y añoranzas desde sus nuevos empleos. | Foto William Urdaneta

@g8che

La producción de las empresas básicas ha caído -en promedio- del 60% de su capacidad instalada, a cero. Los trabajadores devengan salarios por debajo de los 20 USD al mes, lo que -según el Banco Mundial- se considera pobreza extrema.

Estos números no ocurren en un escenario cualquiera, Guayana empleaba a una fuerza de trabajo de alrededor de 50 mil trabajadores. La opacidad oficial, que incluye el ocultamiento de los datos del Ministerio del Trabajo, han hecho imposible en los últimos años identificar cuán profundo es el daño al empleo en la región, en la otrora alternativa petrolera.

Sin embargo, los más recientes números de la Encuesta de Condiciones de Vida y Trabajo (Encovi) -un estudio multidisciplinario hecho por tres universidades venezolanas- ubican al estado Bolívar como el antepenúltimo estado con menos personas económicamente activas, y el desempleo en cinco de cada 10 personas.

Es una pequeña foto de una realidad que incluye trabajo forzado en las minas, indicios de esclavitud moderna, anulación del trabajo tecnificado e industrializado de la zona, entre otros factores, por la politización de la industria y falta de transparencia en el manejo de fondos multimillonarios que nunca cumplieron sus objetivos.

Según el índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial -en 2019- Venezuela ocupaba el lugar 133 de 141 escaños. Esta mide la competitividad nacional, definida como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad.

Entre 2013 y 2019, Venezuela perdió cerca del 70% de su Producto Interno Bruto (PIB), según el economista, director de la firma Econoanalítica, Asdrúbal Oliveros. Héctor Lucena, especialista en relaciones laborales y profesor de la Universidad de Carabobo, señaló que la conducción y la gerencia no generaban mejoras para las empresas, mucho menos las continuas improvisaciones.

El sistema, configurado bajo la filosofía de la meritocracia, fue cambiado a un sistema político clientelar en el que funcionarios pro-gobierno tomaban las riendas gerenciales de las estatales. Mientras se echaba la meritocracia a un lado y se promovía un proyecto llamado control obrero, con el supuesto objet ivo de transferir el poder a trabajadores de base, la industria se venía abajo.

En el proyecto auspiciado por Hugo Chávez, en el marco del Plan Guayana Socialista 2009-2019, solo un grupo de trabajadores adeptos al oficialismo tomaban decisiones. Lucena calificó al control obrero como una experiencia funesta.

Luego con la intervención de los sindicatos, la imposición del movimiento oficialista, el paralelismo sindical, y la utilización de las empresas básicas para ganar adeptos en los componentes de la Fuerza Armada, todo cambió.

Empezaron a militarizar las compañías, a perseguir a la dirigencia, a jubilar a directiva de los sindicatos y a paralizar las elecciones.  “Se pasó de control obrero, a control militar”, recuerda Lucena.

Otra de las cosas que agravó la condición de los trabajadores fue la paralización de las áreas, aunque en ese entonces anunciaban mejoras tecnológicas, adecuaciones e inversiones millonarias del Fondo Chino, estas nunca se materializaron.

La caída de la producción, la pérdida de los beneficios laborales y el cierre de empresa aguas abajo paralizó, prácticamente, la capacidad productiva del estado. Los comercios e industrias que se beneficiaban de la producción y los beneficios económicos que estos generaban, sufrieron una caída de la demanda y mayor desempleo.

Lucena señaló que el desempleo actualmente puede superar el 50%. “Con un desempleo en esa magnitud, el que busca empleo, va en condiciones sumamente desventajosa a tener que dar lo que sea y que él que da empleo tiene todas las ventajas para contratar gente muy valiosa con un pago miserable”, explicó.

Algo que actualmente continúa en las industrias del Estado, bajos salarios, nulos beneficios y trabajadores que permanecen, bajo hostigamiento, sin reclamar mejores condiciones: “Van a pasar muchos años para equilibrar el mercado laboral”, sostiene.

Para recuperar las condiciones laborales y la productividad de la empresa, subraya Lucena, se necesitarán cambios de gobierno y políticas que permitan mayores incentivos, un objetivo que podría tomar décadas.

“En la década de los años 70, 80, todo el que se graduaba de ingeniería, de relaciones industriales, de economía, sabía que, si se iba a Guayana, iba a conseguir empleo y empleo bueno, con contratación colectiva, con HCM, pero ya no, los que se gradúan no miran para allá”, sostuvo.

Este escenario ha empujado a miles de trabajadores a la migración forzada, un porcentaje de ellos en condición de refugiados. Según la Agencia para los Refugiados para las Naciones Unidas, Venezuela protagoniza la segunda ola migratoria más importante del mundo. 5 millones de venezolanos han salido forzadamente del país en los últimos años, producto de una crisis económica, política y social sin precedentes.

Los trabajadores de Guayana no escapan a esa realidad, y desde el exilio cuentan sus aprendizajes y añoranzas en sus nuevas fuentes de trabajo.