Los ranchos alrededor de Caracas, más que un problema urbanístico y ambiental, ha sido, es y seguirá siendo, un enorme problema político. Aún en los años setenta, cuando los índices de bienestar eran superiores a los de cualquier otro país de la América Latina, era difícil creer tales cifras, de cara a las cotidianas imágenes de miseria.
La proyección de lo humano en la naturaleza, para bien o para mal, yace en el vértice del desequilibrio ambiental como problema. Pero este nexo no es visible dentro del discurso ambientalista.