Mientras en la azotea de la república transan los políticos, celebrados por la doblez de los oficiantes de la diplomacia, en la calle la nación toma su senda propia. Ha perdido el miedo.
Himiob asegura que hay interés por parte del gobierno de asociar a grupos opositores con el terrorismo.
Aquel paraíso fue profanado, desmantelado, intervenido y tomado por 11 mil efectivos de seguridad en nombre del cacique Guaicaipuro. De sus entrañas sacaron lanzacohetes, granadas y municiones que permitían defender esta fortaleza.
La organización criminal, que surgió con sindicalistas que actuaban contra contratistas y participaban en asaltos cuando se realizaban trabajos en un ramal ferroviario de Aragua, tuvo su centro de operaciones cuando cayeron presos “los del tren”.
La verdad palpable es la voluntad popular que se manifiesta en todas las localidades del territorio nacional de forma espontánea e incontenible, y por tanto la élite está totalmente desaforada y asustada: como perro en patio de bolas.
Valga como ejemplo el más barbudo, brutal e imperecedero de los de su especie. El cubano que bajó de Sierra Maestra y se apropió de aquella isla en 1959. Ese que ha sido aplaudido, aclamado y glorificado por prosistas, ensayistas, historiadores, perifoneadores, juglares y copleros tendenciosamente socialcomunistas.
A quién se parece: ¿a Fujimori o a Chávez? ¿A AMLO el mejicano o a Bolsonaro? ¿A Correa, a Bukele a Ortega? Tiene algo de todos.
Hago votos porque una simbología del poder sea diseñada desde el civilismo y que la misma se corresponda con el honor, la belleza y el talento que una nación espera de sus monumentos y su iconografía.
Imagínense que para este individuo América Latina es el puerto de avanzada de la izquierda en el mundo. Un gran logro que rehidrató sus ideas, para alimentar su portafolio de promesas electorales. Las que, afortunadamente, han sido rechazadas por la sociedad francesa.
Todavía falta mucho por recorrer y el final es desconocido, pero está claro que los de arriba y secuaces llevan encima la incertidumbre como agua bautismal. Difícilmente dormirán plácidos, ya que deben planificar la huida o entrega del poder, ante los hechos avecinados.