No ha sido fácil. No lo digo por la situación del país que no lo es. Me refiero a la muerte, a la desaparición física de varios entrañables excompañeros, otros militantes activos y la mayoría, al margen de la política, entrañables amigos de toda la vida.
En el acta que recoge tan significativo testimonio -nuestra partida de nacimiento- se deja constancia de los valores que la presiden: la libertad civil, la seguridad individual, la dulce fraternidad, el sentimiento de nuestra propia fortuna, el vivo deseo de perpetuar nuestra felicidad.
Los logros alcanzados con la descentralización y afirmación autonómica de la región están liquidados. Todo vuelve a manos del poder central. El actual gobernador, desgraciadamente un agente activo del retroceso. Ineficiente y peligroso.
3.600.000 venezolanos han emigrado. La mayoría sin siquiera contar con un trabajo o residencia legal en tierras distantes. Extranjeros ahora, casi todos con cédulas o pasaportes vencidos, no cortan con el lar, pues volver es el imperativo, es el acicate ante el dolor por la nación.
El submarino iba a atracar en el puerto de Guanta en el estado Anzoátegui, pero se desvió a última hora hacia la Estación Principal de Guardacosta, Alférez de Fragata Fernando Díaz, en Puerto Ordaz, estado Bolívar, debido a la alerta lanzada por el diputado Andrés Velásquez.
A pesar de ser un trabajo novelado, con nombres y circunstancias ficticias, pocas lecturas nos acercan tanto y tan bien, a la realidad que vivimos a diario. Como ha sido dicho, se trata de una realidad que supera a la ficción estrictamente novelesca. Todos los hilos del poder al descubierto. También buena parte de las manos que los mueven.
Para la inmensa mayoría de los venezolanos, el tema de la manipulación de los hechos es una materia cursada durante veinte años, aprobada con empujones, sangre y para muchos en el límite.
En 2007 concursé en un certamen de narrativa llamado “Cuentos sobre rieles” con La niña de las trenzas de melcocha. Aquí, doce años después, lo vuelvo a ofrecer a los lectores.
Lo sucedido la semana pasada aún no ha concluido, pero a pesar de las dificultades, no tengo dudas en cuanto al éxito de la indetenible tarea que por la liberación de Venezuela se realiza dentro y fuera del país. Muy pronto seremos un país completamente libre, fuera de toda influencia totalitaria, socialistoide.
Que una claque corrupta y narco-criminal deshonre el uniforme, corrompida por un compañero felón ya fallecido, en nada autoriza las generalizaciones. Que haya sido destruida la institucionalidad militar por aquélla, devolviendo las páginas al punto en que dominan los gamonales, mal predica que oficiales generales, superiores y subalternos, no tengan voz y espacio legítimos en el mapa del porvenir.