El clásico de Gustave Flaubert presenta una permanente defensa a la libertad como único camino hacia la felicidad. Dando paso al realismo literario, sus personajes son movidos por la ambición y el placer.
La literatura y el arte en general no son complementos superfluos de los cuales podemos prescindir sin con ello hundirnos más en el foso de la bestialidad pura, donde solazarnos con la satisfacción de las necesidades básicas.