Los símbolos de la precariedad y la genialidad se juntan cómplices -el hábitat y el andamiaje digital- para desplazar al genio finito que es el mismo hombre.
Todo lo creado y no solo las personas “tienden hacia Dios” dando lugar a “una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la trinidad”, es el nuevo evangelio de la Encíclica Laudato si.