jueves, 18 abril 2024
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Koma: solo quedan escombros del supermercado expropiado por Chávez

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Cronología de la destrucción

19 de mayo, 2010. Indepabis realiza una inspección de “rutina” en Friosa, junto a funcionarios de la extinta Cadivi, Seniat y Superintendencia Nacional de Silos, Almacenes y Depósitos Agrícolas (SADA), custodiados por efectivos de la Guardia Nacional.

21 de mayo, 2010. Indepabis oficializa ocupación temporal por 90 días, de acuerdo con la providencia N° 180. Alegan falta de actualización de las balanzas de la distribuidora, sobreprecios y anomalías en las guías de movilización.

20 de agosto, 2010. Indepabis extiende por 90 días más la ocupación temporal.

2 de septiembre, 2010. El presidente Chávez desde Maracaibo anuncia la expropiación de la distribuidora de alimentos.

5 de octubre, 2010. Oficializan la expropiación del Complejo García Hermanos, S.A., a través del Decreto Presidencial Nº 7.703, publicado en la Gaceta Oficial Nº 39.524.

8 de mayo, 2012. Modifican el decreto de expropiación de la compañía en la Gaceta Oficial Nº 39.917. El objetivo fue ampliar los bienes expropiados de la compañía, incluyendo “cualesquiera otros bienes que presuntamente sean propiedad del Complejo García Hermanos, S.A. (Gaisa), necesarios para ejecutar el cometido de la obra ‘Desarrollo de la red de distribución socialista de productos de primera necesidad’”.

“Estamos construyendo el camino hacia el socialismo, colocando al ser humano en primer lugar”. Esa frase se lee en la entrada a las ruinas de Koma, parte del grupo Frigoríficos Ordaz S.A. (Friosa), expropiado en 2010 por instrucción del expresidente Hugo Chávez para desarrollar una “Red de Distribución Socialista de Productos de Primera Necesidad” destinada “a la correcta distribución de alimentos”.

La valla raída da la bienvenida al esqueleto del que fue uno de los hipermercados más grandes de Ciudad Guayana, ubicado en la parroquia Unare, en una zona empresarial azotada por el hampa que ha desmantelado poco a poco negocios y comercios del sector, obligando –incluso- a cerrar a algunos de ellos.

Koma, que entró en una etapa de remodelación tras la expropiación del grupo, fue completamente desmantelado en el segundo semestre de 2018. Pero, contrario a los esfuerzos de otros negocios de la zona, no hubo acciones de parte de la empresa pública ni el gobierno regional o nacional para frenar la destrucción progresiva de sus instalaciones que, hoy, ha quedado convertida en escombros.

Bernarda López trabajó desde 2004 hasta la expropiación del grupo Frigoríficos Ordaz en el hipermercado Koma, uno de los más grandes supermercados de Ciudad Guayana en el que se podía encontrar desde un paquete de arroz hasta neumáticos para vehículos. Ella, una mujer de unos 50 años, trabajaba en el área de cocina de la fuente de soda que recibía a los clientes para comer o llevar pan a casa.

“Koma significó para mí todo lo que tengo, mi casa, mis cosas, equipos, préstamos”, cuenta.

Una falla eléctrica y, luego, el desmantelamiento

El esqueleto del supermercado es hoy un pedazo del cataclismo en el que se sumió Friosa, tras la expropiación hace poco más de ocho años, bajo el argumento de la falta de actualización de las balanzas, sobreprecios y anomalías en las guías de movilización; violaciones laborales, contrabando de frutas y lavado de dinero. “Se presume que Friosa mezcla el dinero recaudado de las transacciones ilícitas con capitales de la empresa legal y luego se presentan todos los fondos como rentas de la misma”, indica un informe oficial del extinto Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis) del 16 de diciembre de 2010.

Luego de anunciarse la adquisición forzosa de la distribuidora de alimentos, que contaba con más de 5 mil clientes en el oriente del país y los supermercados Koma y Delicatesses La Fuente, el primero pasó a las manos de Abastos Bicentenario bajo la promesa de remodelación para convertirlo en un “Gran Abasto Bicentenario Puerto Ordaz”, “uno de los más grandes y abastecidos del oriente venezolano”.

“Este establecimiento será inaugurado gracias a los recursos, aprobados por el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, a principios del año 2014, con el Plan de Expansión II de la Red de Abastos Bicentenario, que contempla dos nuevos Abastos Bicentenario en el estado Bolívar”, indica una nota de prensa del organismo gubernamental.


El estacionamiento interno de Friosa está atiborrado de unidades paralizadas por partes y repuestos
       

En efecto, desde el exterior hubo indicios de mejoras. Instalaron neveras, aires acondicionados, estanterías, cuentan trabajadores, que esperaban ansiosos la inauguración. Pero, “de la noche a la mañana todo desapareció”.

Entre julio y agosto, estiman fuentes consultadas de la Policía Municipal y Abastos Bicentenario, empezó el desmantelamiento, sin que las autoridades reaccionaran para detenerlo. Basta asomarse desde la acera del centro de coordinación policial N° 18 de la parroquia Unare para imaginar el desmontaje progresivo de techos, láminas, cables y lámparas del antiguo Koma. Todo a la vista.

En ese periodo, Abasto Bicentenario ordenó el retiro de la vigilancia del establecimiento por una falla eléctrica que imposibilitaba el resguardo y amenazaba la seguridad de los vigilantes, admitieron directivos del punto de distribución estatal, que pidieron no ser identificados. El desmantelamiento fue inmediato.

“El lugar quedó sin custodia (…) no sé por qué motivo retiraron a los vigilantes y eso se convirtió en un deshuesadero”, indicó una fuente policial del Centro de Coordinación de Unare, a escasos metros del mega local. “Posteriormente, Friosa terminó de desmantelar las instalaciones, indicando que era de su propiedad, se llevaron parte del techo. Nos reunimos con el sindicato y seguridad de Friosa, eso quedó asentado en el libro de registros”, agregó la fuente policial.

Correo del Caroní acudió a la sede de la distribuidora de alimentos expropiada para solicitar una entrevista con sus directivos, pero no hubo respuesta. En presidencia, se negaron incluso a facilitar algún número telefónico para hacer seguimiento al requerimiento de información.

“Sacaron a los vigilantes y empezó el desmantelamiento. Casualmente en esos días hubo un corte de luz y todo quedó oscuro”, coincidió un uniformado policial, que pidió mantener su nombre en reserva. Alrededor de 10 hombres fueron reseñados por participar en el desmantelamiento, que ocurría principalmente en las noches. “Estos 10 eran personas de la calle, indigentes que también se sumaron”, dijo.

En Abastos Bicentenario, funcionarios informaron que supieron de la situación, enviaron correos electrónicos del desmantelamiento advirtiendo de la destrucción del establecimiento, pero no hubo respuesta desde Caracas. 

Caída puertas adentro de Friosa

Puertas adentro de Friosa, también se percibe el ocaso de la otrora distribuidora privada de alimentos, cuyos estacionamientos internos se han convertido en un cementerio de camiones y camionetas y, su infraestructura de depósitos y cocinas, un desierto de equipos sin uso.

        El lugar quedó sin custodia (…) no sé por qué motivo retiraron a los vigilantes y eso se convirtió en un deshuesadero”, indicó una fuente policial del Centro de Coordinación de Unare, a escasos metros del mega local.

Cruz Fajardo, un carnicero con 14 años de servicio en Friosa, recuerda que antes de la expropiación cerca de 300 trabajadores se repartían distintas labores en la cocina central de la distribuidora de alimentos. Allí se daba el manejo inicial de los alimentos, empaques en frío, cocción para la distribución a los puntos de venta de La Fuente e, incluso, preparación de comidas de dieta. “Esto estaba full de comida y trabajadores, mira ahora todo vacío y parado”, dice, mientras recorre cada salón desnudo de la antes movida cocina.

“Entregábamos comidas balanceadas y de calidad a los comedores de las empresas básicas. Éramos un ejemplo de productividad, de servicio, de eficiencia. Daba gusto el producto, pero eso se acabó y nadie hace nada para cambiar esta situación”, añade Rafael Gotopo, otro trabajador de la empresa expropiada en 2010.

La debacle del servicio la sufrieron los propios comensales de Friosa. Informes de delegados de prevención de la briquetera Orinoco Iron, correspondientes a 2016, dan cuenta del deficiente menú ofrecido y las malas condiciones de los alimentos. “En los últimos días la empresa contratista Friosa, por razones desconocidas, ha suministrado el menú (de) salchichas picadas, chorizos acompañados con arroz, presentando un sabor desagradable, además posee altos contenidos de grasas, triglicéridos, colesterol. De hecho la ingesta de esta comida generó dolores estomacales, náuseas y hasta vómito en algunos trabajadores”, indica un reporte del 14 de diciembre de 2016.

En el mismo reporte, dan cuenta de la intención de la empresa de servir -como parte del menú- tocinetas, que presentaron “coloraciones verdosas y condiciones babosas, de mal aspecto, mandaron a sumergirlas en agua caliente y añadirle azúcar quemada para su preparación y servicio”.

“Los trabajadores hemos decidido por voluntad propia no recibir estas comidas por los altos riesgos”, advierten.

Tras la expropiación, el retroceso operativo de La Fuente fue continuo

       

Al pasar el área de cocina, totalmente paralizada, se llega a un estacionamiento abarrotado de unidades detenidas por falta de cauchos o desperfectos mecánicos, algunos con latonería en condiciones aceptables o detalles que -con inversión- pudieran ser reparados. “Esto lo que nos demuestra es que no hay voluntad, todas estas unidades nos identificaban en la calle, daban cuenta del trabajo, pero ahora no se ve Friosa en ninguna parte, desapareció luego de la expropiación por la corrupción y la mala gerencia”, apuntó otro trabajador.

Un documento del Cuerpo de Inspectores Socialistas de la Presidencia de la República del 02 de julio del 2013 confirmaba, a tres años de la expropiación, irregularidades en el manejo de los activos e inconsistencias en el inventario de bienes de la empresa.

Además de indicar que para la fecha de la intervención, Friosa contaba con una capacidad operativa de almacenamiento del 80%, mientras que en 2013 “las cavas de refrigeración se encuentran vacías y no existe registro de la salida de los productos”; destacan que la flota de vehículos operativos no se corresponde con la actual “y a su vez se manejan denuncias por parte del control obrero sobre presuntos equipos de computación pertenecientes a la empresa de los cuales se desconoce su actual paradero”. 

Los cuatro puntos de venta del grupo, conocidos como Delicatesses La Fuente, están en su mayoría cerrados. Uno de los más movidos, en el Paseo Caroní en Alta Vista, tiene un candado en la puerta principal, como espejo del revés que ha significado la política de expropiaciones en momentos en que la crisis económica se profundiza con un retroceso del Producto Interno Bruto que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima en 15% al cierre del 2018 y una hiperinflación que ya en noviembre superaba el millón por ciento y se posicionaba como la más alta en la historia en América Latina, según estimaciones de la Asamblea Nacional.

En la otrora La Fuente de la carrera Guasipati, en el centro de Puerto Ordaz, los estantes están completamente vacíos, pese a que antes de la expropiación lucían abarrotados por artículos nacionales e importados. El área de pastelería está desierta, al igual que el restaurante.

A las 11 de la mañana de un viernes de finales de 2018, solo es posible adquirir pan canilla. “En eso se nos va el día, de resto no tenemos nada más que hacer”, cuenta un trabajador. Pero no siempre fue así, recuerda. “Acá no le daba tiempo a uno ni de sentarse, era trabajo desde que llegabas hasta que te ibas, eso es lo que más extrañamos, trabajar, servir”, agrega.

La destrucción de Koma y la parálisis de la distribuidora en general discrepa con los argumentos del Decreto Presidencial Nº 7.703, publicado en la Gaceta Oficial Nº 39.524 del 5 de octubre de 2010, que indica que la adquisición forzosa persigue el “Desarrollo de la Red de Distribución Socialista de Productos de Primera Necesidad” destinada “a la correcta distribución de alimentos al pueblo venezolano, así como la promoción del desarrollo endógeno y generación de fuentes de empleo”.

Contrario al objetivo, la escasez en el mercado regional se ha exacerbado. “¿Para qué expropiaron si este iba a ser el desenlace?”, se pregunta un trabajador.