jueves, 28 marzo 2024
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Carlos Bilardo el técnico que cambió al fútbol argentino

Homenaje a las memorias de un desmemoriado Bilardo que éste 16 de marzo cumplió 81 años. Se acordaba de todos los nombres y datos de sus jugadores, pero no del cumpleaños de su esposa

Buenos Aires.- Él, que tantos detalles cuidó con milimétrico celo, desde disfrazarse de mujer para espiar a sus jugadores hasta hacerlos entrenar hasta la medianoche para grabarles ideas tácticas, irremediablemente olvidaba el aniversario de su mujer, el único ser que «entendía como nadie» sus locuras.

Si Gloria acepta lo inaceptable a ‘el Narigón’, no tendría presentación olvidar que este 16 de marzo, como el de 1938, nació en Buenos Aires Carlos Salvador Bilardo, un auténtico revolucionario del fútbol.

Los interminables debates para definir entre Pelé y Diego Maradona quién fue el mejor del mundo debían conceder un premio especial a Bilardo pues, sin acercarse al talento de su compatriota ni del brasileño, ganó todo a lo que jugó.

En sus tiempos de recio volante de marca conquistó con Estudiantes de La Plata el Campeonato Metropolitano de 1967 y fue tricampeón de la Copa Libertadores en 1968, 1969 y 1970.

En 1969 él y su Estudiantes ganaron la Copa Interamericana y uno antes se alzaron  con la Intercontinental tras doblegar al Manchester United de Bobby Charlton y George Best.

Pero mucho antes, en el comienzo de su carrera, formó en la selección que se colgó la medalla de oro de los Juegos Panamericanos disputados en 1959 en la ciudad estadounidense de Chicago.

A pesar de los valiosos resultados, a este señor de 81 años nada le resultó a pedir de boca, ni se tienen noticias de que alguien le haya facilitado las cosas.

El tortuoso camino que transitó como seleccionador de la Albiceleste hasta la conquista del Mundial de 1986 pudo terminar antes del viaje a México, o de la concentración de la plantilla en Tilcara, pues entre sus más fuertes detractores, según las teorías conspiratorias de la época, estaba el presidente Raúl Alfonsín.

Pero la adversidad era quizás el hábitat preferido de Bilardo.

La banda de capitán de su selección se la entregó a Maradona sin importar la influencia de Daniel Passarella, uno de los líderes en la conquista del Mundial de 1978 y jugador decisivo en el partido decisivo de la sufrida clasificación a México’86 frente a Perú.

Y si fue probable que Alfonsín quiso verlo fuera del banquillo, pocos entrenadores en el mundo pueden presumir de haber renunciado al trabajo pese al clamor de otro presidente de su país.

Tras la campaña mundialista de Italia’90, que terminó con la derrota en la final ante Alemania por 1-0, millones de argentinos y  el jefe del Estado de entonces, Carlos Menem, le pidieron en vano continuar en el cargo.

Para orgullo de Bilardo, solo tres colegas suyos llegaron a dos finales del mundo: Vittorio Pozzo, Mario Zagallo y Franz Beckenbauer.

Para entonces la revista inglesa World Soccer había reconocido como el último sistema táctico del Siglo XX el sistema implantado por ‘el Doctor’, con un líbero y dos ‘stoppers’ en defensa, cinco centrocampistas y dos delanteros.

Atrás, muy atrás, habían quedado la desconfianza de los jugadores hacia las locuras de su técnico y las dudas de este hacia el comportamiento de sus pupilos.

Un momento clave fue una fiesta en la que participaron los miembros de la plantilla en Tilcara, ciudad de la provincia de Jujuy situada a 2.465 metros sobre el nivel del mar que Bilardo eligió para cumplir la aclimatación a la altitud levemente inferior de Ciudad de México.

El técnico concedió un permiso hasta la una de la madrugada pero, no contento, se disfrazó de mujer, con sombrero, blusa, pollera y alpargatas típicas de la región.

Así bailó entre sus jugadores sin ser descubierto y así comprobó que por el ambiente sano y el comportamiento correcto de sus chicos, merecían disfrutar un par de horas más.

En la preparación de sus jugadores, conocidas fueron las recomendaciones que hacía a las esposas de los mismos: sexo, sí, pero con moderación, y en lo posible ella arriba, para evitar el desgaste de su pupilo.

La fastuosa boda de Maradona con Claudia Villafañe, el 7 de noviembre de 1989, sirvió de pretexto a Bilardo para hacer algunos cálculos ante un previsible enfrentamiento con Brasil.

El goleador Antonio Careca era uno de los invitados y ‘el Narigón’ pidió al fallecido central José Luis ‘Tata’ Brown bailar con su pareja al lado del brasileño.

El argentino cumplió la instrucción de su técnico pese al desconcierto. Poco después Bilardo quiso tranquilizarlo: «Tú eres más alto y corpulento que él. No podrá pasarte en un salto».

Una y otra vez lo acusaron de jugar al límite, o de ir más allá de los mismos, como en el episodio del bidón de agua de un auxiliar de la Albiceleste que habría dejado aturdido al lateral brasileño Branco.

Siempre lo negó y más allá de las sospechas, nunca aparecieron  pruebas. Por el contrario, ganó la indulgencia hasta en los más cruciales momentos.

En 2005, durante un programa radial el conductor le preguntó la fecha del cumpleaños de su mujer. Y el hombre que sabía recitar con los ojos cerrados las características de centenas de futbolistas en todo el mundo tuvo que admitir que no lo sabía.

Entonces llamaron a Gloria y al aire ella respondió: «Mi cumpleaños es hoy, pero Carlos se olvidó».

¡Feliz cumpleaños, Carlos!