Según los estándares vigentes en el llamado Primer Mundo aún a las empresas dedicadas al exterminio a domicilio se les exige al ejecutar su penoso trabajo, evitarles sufrimientos innecesarios, no importa los superbigotones de los cuales presuman.
La instamos, una vez más, a que en los casos de Ucrania y Venezuela, cumpla con su deber como lo mandan Dios, la ley y la decencia.
Los aficionados que asistieron a los estadios en los que se disputaba el referido campeonato no se hartaron de ninguna comida, buena, bonita y barata. El fementido banquete y los supuestos millones de dólares que pagaron los comelones resultaron ficticios y ficticios los metaversos en los que se utilizó el programa “Sythesia” de inteligencia artificial.
El nefando Leopoldo I, perpetrador del saqueo contra aquella colonia del África central, se nos presenta muy decente, decentísimo, ante quien en febrero de 2016 decretó la autocolonización extranjera de nuestro territorio, mediante la constitución del llamado “Arco Minero del Orinoco”.
Nuestros industriosos legisladores, no son unos hijos de quienes les dicen, por promulgar de cuando en cuando, alguna ley como coartada de sus crímenes más atroces. Mal pensados, favor abstenerse.
¿Quién se traga el cuento chino, que el tercer gobierno más corrupto de la Tierra, que es el mismo más inepto, botarate, indolente, desaprensivo, habido y por haber, construye estadios de pelota 90% más económicos que los países del primer mundo?
En la narcotiranía el miedo es gratis, pero la cobardía paga.
Disfrutó de la protección de una amplia red de mafiosos, pero también de una no menos amplia de ministros, parlamentarios, personajes influyentes. “Mafiosos civiles” los llaman en Italia.
En Eton ¿no le enseñaron que los trapos sucios se lavan en casa o peor aún, que “el que le pega a su familia se arruina”? Se dice víctima de los paparazzi y ahora es él el paparazzi contra su propia familia, todo por el vil metal.
En medio de tal trashumancia futbolística, a finales del año pasado, sus expropietarios denunciaron a través de los medios de comunicación lo que sería un verdadero robo, porque los actuales dueños pretenden lucrarse con la divisa sin haber pagado el precio por su transferencia.