La frontera sur de Venezuela, esa línea limítrofe amazónica entre el estado Bolívar y el brasileño Roraima, está siendo testigo de un flujo histórico de migrantes y refugiados.
Caminar por las ciudades fronterizas brasileñas es tener la posibilidad de registrar miles de momentos de la diáspora venezolana. Con crudeza, los caminantes venezolanos enfrentan cada día vicisitudes que se condensan en historias y fotografías. Acá, apenas una pequeña muestra.
La masiva llegada de venezolanas al gigante amazónico es un nuevo patrón de estudio en el flujo migratorio entre Venezuela y Brasil. Llegan solas o con hijos. Son madres y abuelas cuidadoras. Cargan a cuestas lo justo en un par de morrales, pues su vida la han dejado atrás. Solo en 2022, los desplazamientos asistidos de mujeres por el gobierno brasileño crecieron 56% respecto al periodo pre pandemia.
En Puerto Ordaz lo señalaron como contrabandista, en Boa Vista como blanqueador de capitales y en La Romana como el hombre fuerte detrás de una red de aviones que transportaban minerales clandestinos. Las aventuras de Roberto Espejo son legendarias desde los tiempos del exgobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, y el rastro elusivo de sus negocios ayudan a armar el mapa del tráfico de oro proveniente de la biodiversa Amazonía venezolana.
Construyó una integración vertical del ciclo del oro ilegal, desde la extracción en reservas indígenas de la Gran Sabana hasta su transporte a Florida, donde blanqueaba y procesaba el mineral. Era una época en la que contaba con el favor de las autoridades venezolanas. Pero la suerte de Andrés Antonio Fernández Soto, ‘Toñito’, y de su familia empezó a torcerse cuando debieron agregar a su negocio una escala en Brasil. Ahora el traficante, que hasta herido de bala salió de una fuga de película, enfrenta juicio en ese país y, tras más de un año con una tobillera electrónica, está prófugo desde marzo de 2023.
Un caso de contrabando de oro que se instruye en un tribunal regional de Brasil ha producido evidencias no solo sobre las redes de tráfico entre la Guayana venezolana y ese país, sino también de un enrevesado modus operandi que en la peor época de la crisis humanitaria intercambió el mineral dorado por comida y medicinas. Mientras una parte del oro terminaba, comprobadamente, en India, los traficantes de entonces pasaron a gozar hoy de concesiones del gobierno de Nicolás Maduro.
La decisión de restablecer el paso fue tomada por las comunidades luego de una reunión en la que participó el gobernador de Bolívar, Ángel Marcano. “Por ahora” el galpón en disputa quedará bajo la potestad de la Gobernación y la custodia de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Las comunidades Sororopan, Inaway, San Miguel, Araima Tepui y Hoboshirima piden al gobierno desmantelar los grupos criminales y garantizar la seguridad física del pueblo indígena y sus autoridades legítimas. Mantienen cerrada la troncal 10, que comunica con Brasil, hasta tanto no se presenten las autoridades.
Este es el primer robo en la casa de estudios en el recién estrenado 2022. Los delincuentes cargaron con lámparas y materiales ferrosos para la venta como chatarra.
El sidorista jubilado de forma adelantada, Carlos Rosas, es miembro del movimiento oficialista Alianza Sindical. En 2021 acampó durante más de dos meses en la entrada de la industria en reclamo por bajos salarios, malversación y corrupción. Considera que la jubilación es un “pase de factura”.