martes, 19 marzo 2024
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Bulla Loca: caos y anarquía

En el arco minero se reproduce la estratificación social que impuso el socialismo del siglo XXI en Venezuela. Esto es 5% con poder absoluto, con todos los recursos y apoyo total, y 95% que entrega su vida a la más primitiva y deshumanizada explotación.

Bulla Loca es un buen nombre para otro mal reguetón. Pero, lamentablemente, así bautizaron una mina de oro en la zona de La Paragua de nuestro estado Bolívar, convertida en un triste lugar donde murieron las esperanzas de muchos venezolanos. Unos porque las perdieron junto a su propia vida y otros porque fueron expulsados después que se produjo la tragedia. Esa que sepultó a un número de personas, cuya cantidad jamás conoceremos. Porque el régimen tiene como estrategia informativa ofrecer las cifras que mejor le cuadran, y que los periodistas deben repetir, so riesgo de ser silenciados y/o encarcelados por difundir la verdad. 

Los derrumbes ocurren a diario en las minas del estado Bolívar, pero no hay manera de saberlo porque aquello es propiedad de gavillas, bandas, taifas, pandillas, mafias y gazapinas con licencia para explotar y esclavizar a miles de seres humanos. Empujados por el hambre hacia aquellas zonas, en las que reina el caos y la anarquía en estado superlativo. Puede decirse que aquello es una metáfora del país social comunista en el que nos han obligado a subsistir.

Caos y anarquía diseñados desde el cogollo. Dos aspectos que exacerban protervas formas de corrupción, altamente corrosivas y destructivas. En ese ecosistema los depredadores de todo pelaje devastan a sus anchas, hacen caída y mesa limpia, al saberse amos y señores. Lo que se acrecienta con la protección cupular, que los convierte en verdaderos intocables. En el arco minero se cumple el pacto de confidencialidad que existe en Las Vegas, según el cual “lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

En el arco minero se reproduce la estratificación social que impuso el socialismo del siglo XXI en Venezuela. Esto es 5% con poder absoluto, con todos los recursos y apoyo total, y 95% que entrega su vida a la más primitiva y deshumanizada explotación. Vale decir, formas de esclavitud que creíamos superadas, pero que la miseria del hambre convierte en el único camino para la obtención de algún recurso, que permita darle de comer a la familia. En este expaís la única opción de muchos nativos es servir a los depredadores que saquean sin medida ni clemencia.

El arco minero -perpetrado por el régimen- es una caja negra, tipo matrioska rusa. Cada una encierra sus inexpugnables misterios. Lo más obvio, porque no pueden ocultarlo, es el ruido de los aviones que vuelan por los caminos verdes. Pasan cerca de mi espacio aéreo, y siempre me pregunto hacia dónde van, qué llevan en sus equipajes, quién envía y quién recibe, quiénes se benefician de la carga y quiénes controlan las salidas de esas aeronaves.

Pero la aeronave que surca el cielo guayanés es la evidencia del despojo, que va tras los dólares. Ya el saqueo está consumado con todo lo que eso significa. Esto es deforestación, ríos envenenados, horadación de terrenos con mangueras de presión para llegar hasta el cascajo, capa de la tierra donde reposa el oro. Esclavitud de venezolanos que consumen su vida en esos lugares infestados de malaria, dengue, leishmaniasis, tuberculosis y otras enfermedades asociadas a la insalubridad, la mala alimentación y la ausencia de servicios sanitarios básicos.

A lo anterior es menester añadir la violencia, omnipresente en estos parajes, que proviene de la difícil convivencia en medio de tanta precariedad y del trato que le dispensan los dueños de las minas a quienes hacen el trabajo duro y sucio. Entre los amos y jefes de estas explotaciones auríferas se encuentran pranes, miembros del ELN y de la nueva Marquetalia. También tienen poderío grupos irregulares de otros países, y ha sido documentado que hasta José Luis Rodríguez Zapatero es propietario de terrenos, que le harán realidad El Dorado, que tanto buscaron sus ancestros.

Los militares venezolanos están avecindados en aquellas tierras. Los hay con estrellas y charreteras y también soldados rasos, que llegaron con armas y bagajes hace unos cuantos años. Tengo la percepción que la presencia de uniformados en nada ha contribuido a mejorar la grave situación en el arco minero. Porque se ha incrementado la violencia, se han desplazado comunidades indígenas, el número de muertos es mayor, y la extrema opacidad -encubierta por la selva- hace que ese inframundo corrupto de la explotación del oro sea cada vez más rojo-rojito. Porque está manchado, además, con la sangre de muchos venezolanos. Y Bulla Loca es sólo la punta del iceberg.

Agridulces

Putin entregó el cadáver de Alexei Navalni. Un crimen que también quedará impune como tantos otros. Hoy será velado en una apartada iglesia, donde habrá más presencia de organismos de seguridad rusos, que seguidores de Navalni. Es que en las tiranías, ni en los velorios, hay algo de libertad.