jueves, 28 marzo 2024
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Hora cero en días de abril

El momento obliga a reencontrar la democracia y la justicia. La hora cero es para construir un propósito histórico de cambio hasta hacerlo logro incuestionable y sin ningún tipo de emboscada.

@OttoJansen

Tumeremo, capital de uno de los municipios del sur que son epicentros en Guayana de la violencia por la extracción minera, la semana pasada protestó con una hora “cero” contra los atropellos de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana a sus habitantes. Si bien la movilización tuvo algunos ecos en la opinión pública nacional y regional, el impacto fue poco, tomando en consideración el hervidero de desencuentros en desarrollo en aquella comunidad. Problemática de choque de intereses que involucra a mineros, comerciantes, fuerzas irregulares, bandas antisociales y los cuerpos de seguridad, con una historia nada lejana de enfrentamientos del pueblo con los militares.

El tema es de cuidado, pero además del crecimiento constante de un desbordamiento definitivo de las autoridades pudiera pensarse que alguno de la revolución habría de registrar el curso de los acontecimientos, previendo atajar un futuro ingobernable y en manos de los elementos criminales que se han hecho dueños de Tumeremo y del resto de los municipios de esa parte de la región. Anulando, como es vox populi, a los lastimeros alcaldes y a cualquier otra autoridad civil y militar formal del estado o de nivel central. Nadie se ocupa de la escabrosa situación desde hace años, y por lo pronto la población espera y se resguarda. El tema complejo devenido en hora de la protesta y la movilización, pudiera ser exactamente igual en toda la extensión de esta inmensa Guayana.

Hay que acotar, sin embargo, algunas premisas a tal proyección de irritación social, nada difícil en circunstancias donde se acentúa la pobreza, la inmovilidad por la insuperable crisis del combustible, el impuesto a las grandes transacciones financieras, que no escatima en la práctica el mínimo monto de dólares, la moneda dura que se maneja en la hundida dinámica económica venezolana y sobre todo en el estado Bolívar.

La hora cero hoy no es síntoma, al menos en lo visible, de la convocatoria de defensa de la libertad o del Estado de bienestar, como se presintió hace unos cinco años de refriegas y conatos también vividos en el sur de Bolívar. Ahora es un clamor directo (insistimos, es lo que parece), producto de la agonía del hambre y la miseria cruda impuestas a esos pobladores. La hora definitiva tiene visiones disímiles según sea quien la interprete y la asuma, que sin embargo parece ser la coincidencia del país y de Guayana a comienzos de mes. Para el régimen la hora es de los operativos 1×10, preparando a los funcionarios públicos, a la militancia que queda del PSUV, a la nueva treta de unas elecciones presidenciales controladas y con entusiastas socios comprados; inclusive para el año que viene. Para los partidos de “oposición” nacionalmente (las regiones copiarán al carbón las directrices) es la oportunidad de dizque zanjar la definición de un “líder” salido de unas filas renovadas a su manera, con enorme maquillaje, pero sin ningún vínculo social determinante que presione al cambio. Para los guayaneses es una hora cero que no llega nunca, porque no hay ideas creativas, bríos o coraje democrático para luchar contra las mafias y grupos que hoy se reparten cuanto esté a su alcance. Quizás en Juan Guaidó queda la significación de aprehender, es decir agarrar, el impulso constitucional con los mecanismos de derecho (elecciones libres y justas, con nuevo CNE) y el apoyo de la comunidad internacional que hoy, también hay que acotarlo, se encuentra presionada y hasta cuestionada por la guerra de Putin contra el pueblo ucraniano.

Así, entonces, como ocurre en Venezuela con casi todo, hay múltiples expresiones de hora cero, lo que suma igual a menos nada.

Hora de la democracia y de Guayana

¿Qué puede pasar con el estado Bolívar? ¿Concitarán emociones las elecciones presidenciales, que prepara el régimen, hacia impulsar nuevas definiciones o la sorpresa de una victoria alternativa? En este instante nada de eso es visible y quizás tenga mucho de espejismo prefabricado. Suena lógico, por lo tanto, la construcción de la alternativa democrática (desechando al inmediatismo) desde lo local, con expresiones organizativas de la sociedad y nuevos protagonistas que incluyan a partidos políticos totalmente reestructurados en fondo y forma, al igual que a representantes de todos sectores sociales, firmes con la transformación de la región (en conexión con la Guayana que nunca ha dejado de movilizarse). Es el objetivo primordial para las auténticas vanguardias en esta hora.

Ha de romperse el círculo de tretas dirigidas al mundo de los convencidos, al club de los estafadores y vividores de la política, a supuestos entendidos, colaboracionistas o tontos útiles de la revolución, e ir hacia la agreste cotidianidad de las comunidades en búsqueda del futuro y de los anhelos de quienes se resisten a esta mortal normalidad socialista. Atropellos como los que gritan en Tumeremo no son nuevos y se encuentran sembrados en la vida ordinaria de nuestros municipios. La violencia, los espejismos electorales (tal como ocurre con el surtido de gasolina con el uso de la fuerza de los funcionarios, mientras pululan los coleados y enchufados), la desaparición de la ley, la hiriente cara de la miseria entronizada en los huesos de la gente, junto a la extinción de las autoridades regionales, es perenne. El momento obliga a reencontrar la democracia y la justicia. La hora cero es para construir un propósito histórico de cambio hasta hacerlo logro incuestionable y sin ningún tipo de emboscada.