jueves, 28 marzo 2024
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Obispo brasileño asegura que dos tercios del Sínodo de la Amazonía aprueba ordenación de ancianos casados

El obispo de Xingu dijo que es la única forma de poder llevar la eucaristía en las zonas de difícil acceso. “Lo digo con gran sinceridad. No hay otra opción”, afirmó.

Roma.- El obispo emérito de Xingu (Brasil), Erwin Kräutler, aseguró que dos tercios de los 185 padres sinodales, obispos con derecho a voto del documento final, que participan en el Sínodo sobre la Amazonía que tiene lugar en el Vaticano están a favor de la ordenación de ancianos casados con buena reputación, los llamados viri probati, para solventar los problemas de evangelización en zonas remotas de la Amazonía.

Así lo manifestó ante preguntas de los periodistas durante la rueda de prensa diaria sobre el desarrollo de la asamblea sinodal. “Hay cientos y cientos de comunidades en la Amazonía que no tienen eucaristía semanal, solo dos veces al año. Son personas católicas excluidas del contexto de la Iglesia”, justificó.

De este modo, dijo que es la única forma de poder llevar la eucaristía en las zonas de difícil acceso. “Lo digo con gran sinceridad. No hay otra opción”, afirmó. A su juicio, “un tercio de los católicos de las poblaciones indígenas no pueden celebrar misa porque no hay sacerdotes” y además “no entienden el no estar casados”. “A veces cuando les visito me preguntan: ¿dónde está tu mujer?”, señaló.

Kräutler también defendió el papel determinante de la mujer en la Amazonía y se ha mostrado favorable a que se les conceda un diaconado, una posibilidad que se está estudiando en el Vaticano a través de una comisión instituida por el Papa. Para el obispo brasileño es necesario “estudiar una especie de diaconato” para las mujeres.

Por otro lado, Kräutler también detalló las consecuencias negativas que provocan los asentamientos de las industrias hidroeléctricas en la región. Así, ha denunciado a la empresa de Belo Monte, que es “presentada como energía limpia, ha acabado con ríos, bosques, con las migraciones, matado peces, alterados ciclos vitales y provocado la pobreza de tantas familias”.

Para Kräutler, ante estos abusos contra los habitantes de la selva amazónica y contra el medio ambiente “la Iglesia no puede callar”.