viernes, 29 marzo 2024
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Optimismo negativo

El gobierno nacional y regional es responsable de las consecuencias de las fatales lluvias. Es cierto que la gente edifica en lugares riesgosos pero al final la culpa es de quien lo permite: municipios y gobernaciones.

La tragedia de Las Tejerías duele más cuando vemos que los cubanos son preocupación prioritaria y los nuestros son solo tratados con notas de duelo y palabrería oficialista vacía y sensiblera. Esta gente envía una cantidad de toneladas de ayuda diversa que bien podría usarse en ayudar a los cientos de los nuestros. Lo natural es que los seres se ocupen de sus propios asuntos con preferencia y resuelvan todo lo relacionado a su entorno primero sin involucrarse en otras tareas. El gobierno nacional y regional es responsable de las consecuencias de las fatales lluvias. Es cierto que la gente edifica en lugares riesgosos pero al final la culpa es de quien lo permite: municipios y gobernaciones.

Mientras el oficialismo, con descaro, pide colaboración a los venezolanos en el exterior para los afectados, el país entero sufre con los salarios irrisorios, con el incumplimiento de obligaciones monetarias con diferentes sectores, con escuelas, hospitales y servicios médicos arruinados, con escasez de medicinas indispensables, con indiligencia en atender las ciudades y localidades desamparadas, con ofrecimientos rimbombantes de desarrollo, con fantasías financieras, y por ese estilo; es la estridencia que acompaña la vida nacional manejada desde las alturas de la administración.

En medio del desastre citado sobresale la política, tanto externa como doméstica, que transcurre apacible entre tirios y troyanos. Tanto así que el transitorio mandatario de turno se atreve a ofrecer elecciones para cuando le convenga a él y su séquito bastante reducido.

No es de extrañar tal planteamiento acomodaticio ya que la desorganización de los contendientes en la lucha por ser candidato de oposición es tan evidente que cualquiera con pocas luces se da cuenta. La oposición piensa realmente que lo importante son unas primarias cansonas, más reglamentos y papeles inútiles para violar y despreciar, no la elección presidencial ya cantada como victoriosa por la acera de enfrente. Escoger el contendor del oficialista pareciera para ellos ganancia segura de la contienda. Verdaderamente es ingenuo creer tal premisa cuando no tienen nada claro. Ni proyecto o programa de gobierno palpable; solo muchas ganas del quítate tú…, lo cual es totalmente respaldado por la nación entera.

Con decir queremos democracia y elecciones libres no es suficiente cuando el pueblo tiene hambre de una serie de cosas funcionales, emocionales y conceptuales que evidencien beneficios tangibles de tranquilidad y seguridad de vida, progreso, libertades, productividad, igualdad de oportunidades, y más importante, igualdad en reconocer y premiar los méritos de todos, justicia, respeto y estado de derecho en una república seria y creciente positivamente.

Cualquier venezolano tiene derecho a ser postulante para la presidencia del país sin pedir permiso a nadie, siempre que acate los requisitos y cuente con seguidores que les proporcionen los votos y la confianza a sus dotes de estadista visionario bienhechor para el pueblo.

Es insuficiente ser conocido por el apellido y trayectoria política repetida con insistencia metódica porque la gente no es lerda y conoce con exactitud de las capacidades, actividades y ejecuciones de cada uno en la palestra; así la situación, el votante no cuenta con ninguna novedad que lo sacuda de la rutina inveterada.

Se necesita alguien que entusiasme las emociones y mueva la voluntad de la sociedad en una dirección provechosa con propuestas firmes y claras. No es preferible un malo conocido que un malo por conocer; ese es el dilema sobre el tapete.

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