jueves, 28 marzo 2024
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“Más allá de la escuela… la sociedad educadora”

Al sorprendernos una pérdida como la de Olga Ramos, caemos en cuenta que hay que apurar el paso. Hay que darle relevancia a personalidades de esa talla, porque a estas, nos olvidamos, también se las lleva el tiempo.

@OttoJansen

En la fiesta de fango y escombros que son hoy todos los sectores del estado Bolívar, a los cuales permanentemente nos referimos sin ánimo de negativismos dramáticos, muchos hemos llegado a la conclusión del cambio drástico del perfil económico y social de la región, convirtiendo potencialmente a los jóvenes en columna de presente y futuro de esas transformaciones, con el reto de hacer y consolidar una educación de calidad que en el sector público casi no existe y en el sector privado hay que contarlos con los dedos de una mano.

Hablar de educación para el cambio es imperativo, pero las voces que con ahínco llevan a cabo la tarea no siempre logran el objetivo de ser escuchadas y de sensibilizar la inteligencia de los factores que aún pueden voltear la vista a recuperar fortalezas, a impulsar condiciones y críticas valederas, más allá de lo que expresan en repetidos diagnósticos las mediocres e inmediatistas posiciones de los partidos políticos que en Guayana son, lamentablemente, una calamidad. En ese sentido queremos exaltar, en reconocimiento a su memoria, el gran aporte de la educadora y especialista en derechos humanos Olga Ramos, fallecida hace pocos días, para enorme vacío de la Venezuela de propósitos grandes, contando con los  desafíos en tiempos de secuestro institucional y atropellos al Estado de derecho.

Más allá de la escuela… la sociedad educadora es el título de uno de sus tantos trabajos, específicamente el presentado en el Foro Cerpe 2012, en el marco de un análisis colectivo condesado en el texto: Educación para transformar el país, coordinado por Luis Ugalde, s.j., para entonces rector de la UCAB.

Releer la ponencia de la investigadora, es sentir a plenitud que con el anhelo de la ciudadanía en el dominio del ejercicio de los derechos, con los lineamientos para un sistema educativo de calificación y eficiencia, es posible desarrollar y alcanzar en esta Venezuela hecha jirones. Nunca llegamos a ver a la profesora en persona, pero tuvimos la satisfacción de seguir sus ideas y propuestas desde la organización Asamblea de Educación, en instantes que nos parecía que era imperativo profundizar en el análisis, en el intercambio de los docentes sobre su propio ejercicio, cuando con la mecanización y desmoralización de la educación que ya veíamos en los años 90 presentimos la obligación de la reingeniería y la reinvención. Bueno, a esa exigencia donde irrumpieron planteamientos y orientaciones pedagógicas que levantaban vuelos hacia otros paradigmas para el país, no hubo el tiempo necesario para construir proyectos al aparecer el proceso chavista, que supuso otros derroteros, otras visiones y otras y más complejas luchas que nunca han cesado desde inicios de la denominada revolución, tanto como la involución y la precarización galopante de todo el sistema educativo venezolano.

El derecho a la educación 

La urbanista Ramos apunta en la ponencia que da el título a la presente columna: “En el derecho a la educación, las personas, niños, jóvenes y adultos son, en general, titulares del derecho, esto implica que lo ejercen y lo demandan su garantía, protección y respeto. Sin embargo, tal como está establecido en la Convención sobre los Derechos de los Niños, sus derechos están declarados de prioridad absoluta, por lo que frente a limitaciones en los recursos o en las condiciones de realización de los derechos humanos, los derechos de los niños tienen prioridad con respecto a los derechos del resto de los ciudadanos”.

A renglón seguido añade: “De igual manera, las personas -en tanto miembros de la sociedad- las familias y las organizaciones comunitarias y sociales, en general, son titulares de responsabilidades lo que implica, en primera instancia, respetar los derechos de los otros ciudadanos y también, velar por la garantía del derecho, exigir su cumplimiento, exigir justicia en caso de violación o de incumplimiento y exigir rendición de cuentas y ajustes de las políticas y presupuestos destinados a la realización del derecho”.

La sociedad educadora no es por lo tanto una quimera, existen instrumentos y mecanismos claros de ley y de derecho para presionar por su concreción y para construir la educación como prioridad. Esto además se refuerza cuando la destrucción se ha apoderado de los centros educativos, por ser un objetivo deliberado o por la indolencia e incapacidad de quienes fungen de autoridades del sistema educativo. Es responsabilidad de la sociedad venezolana entera cuando los docentes de los distintos niveles han pasado a la condición de mendigos de sus beneficios laborales y al irrespeto máximo por parte del Estado revolucionario. Sirva la ponencia: “Más allá de la escuela…” para ensanchar la discusión y los encuentros que animen un movimiento regional -en caso de Guayana- que desde la ciudadanía y en compañía de la academia en la región se adentre en las reflexiones que andan “realengas” y con el seguimiento a los especialistas en el plano nacional. En el enfoque de quien también fundó el Observatorio de Educación, es pertinente la posición de los derechos por sobre los atajos que históricamente hemos hecho en materia de enseñanza-aprendizaje. ¿Cómo no aprender de las múltiples opciones que tenemos, en la Constitución y en las leyes, si nos disponemos a asimilar las normas que no solo están en las aulas?

Al sorprendernos una pérdida como la de Olga Ramos caemos en cuenta de que hay que apurar el paso. Hay que darle relevancia a personalidades de esa talla, porque a estas, nos olvidamos, también se las lleva el tiempo.