Yassdance, una caraqueña que convirtió sus clases de baile en terapias que al mismo tiempo refuerzan la autoestima

Yasmin Noroño es ejemplo de resiliencia, pues se recuperó de dos ACV y operaciones delicadas de cervical que pudieron dejarla paralizada, tras superar esas circunstancias afirma que el baile puede salvar vidas.

Por Jhoalys Siverio

Quizás algunos se habrán topado en un pasillo de un centro comercial con una curiosa mujer con audífonos, riendo y bailando sola mientras el resto mira entre incrédulo y entretenido pensando: ¿quién es esta mujer?, o ¿qué hace?

Pero aunque no lo crean, es parte del objetivo: sacar sonrisas y que la gente se oxigene en medio de una crisis que termina por arroparlo todo. Se trata de Yassdance y su técnica de feel dance, terapia que Guayana y su gente se merecen.

Yasmin Noroño es oriunda de Caracas. Llegó a Ciudad Guayana hace 17 años. Marlo Sanquiz la invitó después de uno de los eventos deportivos más importantes celebrado en el Círculo Militar de Caracas.

Su primer arribo a la ciudad fue con Winston Vallenilla y Sandra Villanueva, para participar en un evento en una discoteca que, para entonces, estaba muy de moda entre los jóvenes guayacitanos.

«Desde ahí no me dejaron ir de Guayana (ríe). Presenté un baile árabe. Y después de ese fin de semana, vino otro, y cuando me di cuenta tenía que llamar a mi mamá para que me mandara los trajes, hasta que fui a Caracas, agarré a mi hija, mis peroles y me vine. Desde entonces no volví más a Caracas», recuerda Yasmin.

Sin embargo, por muchos años fue invitada solo a cerrar eventos, porque su estilo no se consideraba como una actividad deportiva, sino como «bailoterapia», término creado por Pedro Moreno. La disciplina de Yassdance es el feel dance, que se trata de «sentir el baile».

No solamente fue el trabajo lo que hizo que se asentara en Ciudad Guayana. Para ese momento Yasmin también vio la posibilidad de una crianza más tranquila, pasiva y segura para su hija que para ese momento tenía 10 años.

Me gustaba la tranquilidad. Ver que mi niña jugaba en la calle, en una mata, tumbar un mango. No es que en Caracas no haya mangos, pero es más complicado bajarte en una autopista a bajar un mango. Esas pequeñas cositas que pude ver que mis hijas podían disfrutar a diario, para mí eso es importante».

Una sonrisa en medio del caos

Dicen que en momentos de crisis también surgen oportunidades, y fue así como, en medio de la pandemia por la Covid-19 nacieron las terapias de baile de Yassdance. Pasar de clases presenciales a las plataformas digitales fue una alternativa para, en medio de la distancia y el confinamiento, apoyar a una población agobiada por lo que estaba pasando, ofrecerle tiempo para desconectarse de la tragedia y el temor y conectarse consigo mismo.

Yasmin, que precisamente viene de una ciudad agitada como Caracas, se dio cuenta de que en Ciudad Guayana hay mayor escepticismo hacia las iniciativas propias. «Ven lo que viene de Caracas y otras ciudades, pero no creen en lo que tiene su ciudad, en sus propios cantantes y artistasInconscientemente traté de llevar un mensaje de alegría y que entiendan que una sonrisa en la cara te cambia el día».

Al principio, Yasmin no había internalizado la posibilidad de que, con sus clases de baile, a través de las plataformas sociales, hacía eso. 

«Después y durante la pandemia entendí que eso era lo que atraía de mis terapias, y por eso reciben el nombre de terapias. Dejan de ser clases de baile para convertirse en terapias», destaca.

Las terapias, para «oxigenar», no solamente fueron para Guayana, pues la ventana de lo digital permitió que personas de todo el mundo se conectaran con sus clases. Incluso, uno de sus videos se hizo tan viral que llegó a Camboya, lo que permitió que a las terapias online se sumara público del continente asiático.

Poco a poco Yasmin se dio cuenta de que lo que hacía tenía efecto terapéutico en la gente, que se encontraba en medio de una profunda depresión por una enfermedad que atemorizó a muchos y causó duelos familiares. Así lo entendió su público, pero inicialmente ella no era consciente de eso, al menos no hasta que esas clases pasaron de un antes, a un durante y trascendieron después de la pandemia.

Y como ejemplo de resiliencia, Yass pasó por dos ACV y operaciones delicadas de cervical que pudieron dejarla paralizada, pero afirma que «el baile me salvó la vida». En ella aplicó sus propias terapias.

«La gente que me ve jamás se imagina todo el esfuerzo que hago para manejar mi lado izquierdo (que quedó afectado después de los dos ACV) a la hora de dar una clase». 

Con sus videos bailando en centros comerciales pensó que muchos podrían verlo como algo insultante y cuestionar el bailar en medio de tantas necesidades en la región. Pero no fue del todo así. Las reacciones fueron diferentes, en su mayoría sonrisas.

Yasmin Noroño apuesta porque las empresas también se sumen para aportar en pro de promover talentos en Guayana e impulsar espacios para la recreación, que también forma parte de los estándares de calidad de vida de un ciudadano.

Guayana, su segunda casa

Yasmin se vio a largo plazo en esta ciudad cuando llegó con su hija de 10 años, hoy de 27 y que ya la hizo abuela.  Luego tuvo otra hija que 10 años, junto a su esposo Francisco Cols, quien también ha trabajado por promover talentos artísticos.

«Guayana es mi segunda casa. De esta ciudad aprendí mucho».

Su mensaje para los guayaneses es: «creer más en nosotros y en la ciudad». 

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