martes, 14 mayo 2024
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Egos de poderosos

Con su tumbao al caminar Putin no es comunista, ni socialista, ni capitalista, es simplemente él. El mismo que ha aniquilado cualquier atisbo de disidencia en Rusia.

Se cruzó en mi visual la imagen de Vladimir Putin y mi mente la confundió por milésimas de segundos con la del presidente de la ANC, sin los cuadritos de chocolate y con unos cuantos kilos demás. Al parearlos me di cuenta que mi magín me había dado una idea para escribir sobre estos personajes. Hay una diferencia de edad que no es tan ostensible, por la obesidad del furrialero (1963) y porque el ruso (1952) es un metrosexual, fanático del fitness, por ser una estrella mediática, cuyos desnudos parciales se convierten en objetos de deseo en almanaques que se venden como vodka en Rusia. Las fotos del nacido en San Petersburgo lo muestran como una suerte de Dios griego, dado a posados épicos, a quien el poder le esperaba para encumbrarlo en lo más alto del olimpo post soviético y post guerra fría.

El rubio ruso no es militar, pero fue teniente general de la KGB. Es abogado y se desempeñó como director del Servicio Federal de Seguridad, secretario del Consejo de Seguridad, primer ministro de Boris Yeltsin, designado por este como su sucesor tras su dimisión en 1999. Ustedes recuerdan los desvaríos etílicos de Yeltsin, sus bailecitos desprolijos y su lamentable performance después de la caída del telón de hierro, gracias a la perestroika liderada por Mijail Gorbachov. Yeltsin fue una patética demostración de la decadencia, infamia y de la farsa que escondía el comunismo de la URSS.

La caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS no han sido de mucha ayuda para que la democracia se consolide en Rusia. Desde el 2000 Putin ha hegemonizado el poder con Medvedev en un discutible y sospechoso papel de presidente. En estos veinte años se han turnado la presidencia y la vicepresidencia, pero quien corta el bacalao es Vladimir, un tirano frio y calculador, de garras afiladas y extensibles, tanto que llegan al continente americano, también a África y a Asia.

No se conforma con ser presidente, pues se siente un zar, con un ejército imperial de hackers que invaden a la primera potencia mundial como les da su realísima gana. Y que lo diga Hillary Clinton y hasta el propio Trump. Es un perro de la guerra, perpetrador de conflictos bélicos, para mantener mercados cautivos, donde comercializar, cómodamente, su chatarra armamentística.

Con su tumbao al caminar Putin no es comunista, ni socialista, ni capitalista, es simplemente él. El mismo que ha aniquilado cualquier atisbo de disidencia en Rusia, el que no duda en reprimir a sus compatriotas y meterlos presos por miles, tal como ocurrió el pasado fin de semana. Sus adversarios mueren de repente, sospechosamente envenenados y sin ninguna explicación. En su afán de expandir su poder imperial no ha tenido el más mínimo pudor en intervenir en Abjasia u Osetia del Sur, sin olvidar a Crimea, con lo que Ucrania se ha convertido en víctima del mayor robo de tierras, ocurrida en Europa desde la II Guerra Mundial. Este despojo ha pasado inadvertido para la comunidad internacional, mientras Putin avanza sin obstáculos. En un descuido se apodera de Kiev y ni la ONU se entera.

De lo que no cabe duda es del monumental ego de Putin, es tan grande que debería ser estudiado con seriedad y enjundia por los especialistas de la psicología y de la psiquiatría. Sobre las ruinas del imperio soviético ha levantado su híper liderazgo en una porción de lo que fue URSS. Para los expertos, Rusia es un peligro porque cuenta con 7 mil bombas atómicas.

Les decía que tuve una confusión momentánea entre el dictador ruso y el Medvedev de El Furrial, el mismo que impuso un órgano paralelo a los poderes ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y militar, donde él es el único que ordena y manda. Despliega su propia hegemonía mediática, suerte de trono personal para imputar, acusar, incriminar y castigar a todos aquellos que califica como sus enemigos, a quienes encarcelan los obedientes y sumisos órganos de seguridad que le sirven sin chistar.

Es posible que el hegemón de la ANC pueda ser tomado como ruso en alguna calle moscovita, y que sus ojos claros tengan algún parecido con los Vladimir Putin, pero hay mucha distancia entre uno y otro, aunque los egos y las desmedidas ambiciones sean similares.

Agridulces

El expolio perpetrado en estos 20 años ha sido de dimensiones siderales, el mayor del que se tenga información. Todo ha sido corrupción y destrucción, y por eso estamos en el fondo del abismo. Ustedes tienen el poder hasta para raspar la olla, lo que hacen porque es lo único que les queda. La hegemonía cleptocrática es ejecutada por la cúpula podrida, exclusivamente.

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