jueves, 28 marzo 2024
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Comunidad de Acapulco clama porque la atención gubernamental se mantenga más allá de la crecida de los ríos

La colectividad no cuenta con escuela para los niños y niñas, ambulatorio, ni servicio de transporte público que acceda a la zona. | Foto William Urdaneta

Pasando por la avenida de los Trabajadores (otrora Angosturita), sentido San Félix-Puerto Ordaz, está la entrada hacia el balneario Acapulco, un sector en el que habitan 33 hombres, 29 mujeres, 23 niños y 19 niñas, según el reciente censo que realizaron.

Para llegar hasta las viviendas no hay transporte. Sus habitantes deben caminar un significativo trayecto cuyo camino es de tierra y está rodeado de maleza y basura. Es un espacio perfecto para la delincuencia, uno de los temores que enfrentan cada vez que entran o salen del barrio.

El sector Acapulco es una de las zonas vulnerables de inundaciones por la crecida anual de los ríos Caroní y Orinoco, durante la temporada de lluvias. Para este año, todas las autoridades han coincidido en que las fuertes precipitaciones incidirán en una crecida mayor a la del récord histórico de 2018, y las cotas que registran diariamente así lo demuestran.

Las curiaras no solo son el transporte por inundaciones o para la pesca, también para buscar troncos para cocinar | Fotos William Urdaneta

“Hace como cuatro semanas vino Protección Civil, que nos está prestando el apoyo en la comunidad. Ya hicieron el censo de familias para saber cuántas están en riesgo, ya que dicen que la crecida va a ser más grande que la de 2018. Nos llevarían al VEN 911 (171) que sería el refugio de nosotros”, comentó María Eugenia Gómez, representante del consejo comunal de Acapulco.

Como se trata de un fenómeno que viven cada año, la comunidad toma sus propias previsiones. “Hay casas de las que están en la parte más alta y están solas y prestan el apoyo a los afectados, así vamos colaborando. Si viene una crecida más grande nos tocará desalojar”, dijo Gómez.

Indicó también que en la comunidad comenzaron a vacunar contra la COVID-19, priorizando a las familias de mayor riesgo de inundación, y quedando pendiente las que habitan en la zona más alta de la barriada.

Sin embargo, la crecida del río y el peligro de inundación no son los únicos problemas de esta comunidad, pero sí por los que hoy están recibiendo cierta atención.

Más que inundaciones 

Para la comunidad de Acapulco una de sus mayores preocupaciones es la educación para los 42 niños y niñas que allí habitan. De los 23 niños, 20 están en edad escolar y registrados en el Ministerio de Educación, pero solo uno estudia. De las 19 niñas, 12 están en edad escolar, pero apenas dos reciben educación. Señalaron que la mayoría está inscrita en la Brigada Forestal, en el sector Sabana de Piedra, en San Félix, institución que está inactiva actualmente.

Los padres tampoco tienen suficientes recursos para cubrir gastos de útiles o las condiciones para que, en medio de la pandemia, puedan recibir clases a distancia.

Los dos hijos de María Eugenia siguen estudiando. Destaca que es parte de su esfuerzo de años de llevarlos a la escuela, aun sin contar con transporte en la zona y debiendo transitar por un área que suelen tomar delincuentes comunes.

Habitantes manifestaron que su principal fuente de alimento es la pesca. La mayoría de los niños, afirman, están desnutridos 

“Necesitamos apoyo en salud y quién nos ayude. Tenemos como siete u ocho meses que no nos llega la comida, y la mayoría de la comunidad nos beneficiamos de la pesca -que por la temporada no se está dando-, y ahorita la mayoría de los niños no se están alimentando bien, incluso una tía mía que tiene cáncer tampoco se está alimentando bien”, manifestó Gómez.

Su tía es Carmen Vásquez, de 71 años, diagnosticada con cáncer de ovario. Por su estado de salud no pudo ser vacunada, ya que tenía la hemoglobina en 4.5 g/dl. Pero tampoco recibió ayuda para mejorar su estado de salud, ni siquiera recibe tratamiento para su enfermedad, de la que padece desde hace cuatro años. La falta de un módulo de salud complica más la atención oportuna que puedan recibir.

“Aquí hubo una muchacha embarazada que le dieron los dolores de parto, y otra señora que había hecho el curso de primeros auxilios y de enfermería fue quien le recibió al bebé”, comentaron en la comunidad.

En una de las casas vive Adriana Rojas con su hijo de un año Yohan Patete, a quien le fue diagnosticada una bacteria en el tracto gastrointestinal, denominada Escherichia Coli.

“Esa bacteria le salió en el examen de heces y no sabe si está botando las proteínas por allí o por la orina. Él come bastante, pero sigue desnutrido porque las proteínas no se le mantienen en el organismo”, comentó Rojas.

Los medicamentos y exámenes no se los ha podido costear en su totalidad, y en el módulo más cercano, el de la parroquia Simón Bolívar no ha habido disponibilidad.

“Queremos pedirle a la gente del gobierno que nos preste el apoyo como seres humanos, no solamente cada vez que el río va a crecer, sino que siempre nos metan la mano porque somos seres humanos. No tenemos módulo policial, módulo de salud, no tenemos escuela, ni casas dignas. Los niños no están estudiando porque los padres no tienen cómo comprar útiles y piensan también en la inseguridad para poder salir del sector. Mis dos hijos sí están estudiando, y me da un dolor que mis hijos se gradúen, sigan adelante y los otros niños no”, agregó la representante del consejo comunal.

                       La mayoría de los niños que habitan en el sector Acapulco no reciben educación

La vivienda de Roger Ortiz, quien vive en Acapulco desde hace 25 años, es una de las primeras en inundarse. De hecho, ya tiene las aguas del río muy cerca de su casa. En cada orilla, por cierto, están preparadas las curiaras, el medio de transporte para trabajar la pesca o cuando hay inundaciones, incluso para la búsqueda de leña para cocinar.

“Esta creciente va a ser grande y todavía le quedan dos meses, en agosto es que empieza a cabecear el río y aguantarse”, señala Ortiz sobre la inminente inundación que se le avecina. Al igual que sus vecinos, coincide en que una de las principales necesidades del sector es la educación para los niños y niñas.

“Necesitamos una escuelita para esos niños. Tenemos bomba de agua pero hace falta instalarla porque es demasiado grande, también un transportito para nosotros aunque sea y una medicatura. También estamos afectados por las empresas porque todo ese polvillo cae aquí”, agregó Ortiz al referirse a la actividad industrial cercana a la zona.

Fue en la comunidad de Acapulco donde el 17 de junio Protección Civil hizo un simulacro de desalojo ante eventuales inundaciones. En la última visita que hizo Correo del Caroní a las zonas vulnerables, habitantes aseguraron que todavía no conocían cuáles serán los refugios que habilitarán y que las autoridades solo asistían cuando las viviendas se ven afectadas.

Las promesas gubernamentales de 2018, cuando el río los obligó a salir a un albergue temporal, quedaron en solo palabras. Fueron pocos los realmente reubicados en urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela.

La comunidad de Acapulco es una de las zonas vulnerables de inundaciones. Parte de sus residentes ya recibieron la primera dosis de la vacuna COVID-19