lunes, 13 mayo 2024
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¿Turistas cubanos?

Venezuela, valga recordarlo, no está entre los destinos recomendados por los gobiernos responsables del planeta. Porque la información fluye a la velocidad de la luz y todos saben que en este país la inseguridad es integral.

Mientras Venezuela sufre la peor diáspora de su historia, con más de 7 millones de excluidos, expulsados y desterrados que huyen del hambre y de la más atroz de las miserias, llegan unos 4.834 turistas -procedentes de Cuba- a disfrutar en Margarita. Como si aquella otra isla no contara con las más envidiadas playas del Caribe. Por ejemplo, Varadero, un paraíso para los comunistas del mundo mundial, y para los capitalistas que invirtieron en la industria del turismo castrista. Fuente de recursos económicos que los hizo más rico y que ha financiado la más cruel y vetusta tiranía del continente americano.

Estos turistas cubanos me generan todo tipo de suspicacias, porque de dónde pueden sacar recursos adicionales para pagar un boleto de avión, alojamiento y comida por un mínimo de 5 días. Hasta las piedras saben que ese pueblo tan pobre, sufrido y esclavizado no tiene cómo alimentarse adecuadamente, tal como ocurre aquí. Por otra parte, los cubanos siempre están buscando la manera de fugarse de aquella tiranía. Tanto que son los Houidini del escape. Sin importar cuantas rejas, cadenas y candados tengan que abrir sin las llaves del carcelero comunista.

En este momento huyen cubanos, venezolanos, haitianos y nicaragüenses. Lo hacen por cualquier vía y enfrentándose a todos los peligros que les acechan en el camino. El Darién es sólo el que más riesgos entraña. Pero para ellos no hay salida fácil, todas son de un enorme desafío. Esto hace más dudoso el turismo cubano en Nueva Esparta. La misma duda que nos asaltaría si mis compatriotas -exclase media- fueran a veranear a Ibiza, Santo Domingo, Aruba, o a cualquier otro lugar de placer, ocio y esparcimiento.

La pobreza impide, siempre, la posibilidad de unas merecidas y necesarias vacaciones. Disfrutar de unos días en la playa con alojamiento en un modesto hotelito es algo prohibido para las mayorías. En especial las que sobreviven en países espoleados por la más cruel de las miserias, verbi y gracia Cuba y Venezuela. El turismo, la cultura y la educación se convierten en las primeras “víctimas” de los regímenes dictatoriales socialcomunistas. Esos que hacen desgraciados a sus gobernados, quienes son obligados a subsistir a punta de limosnas y mendrugos -que la opulenta y rica élite dominante llama bonos- tratando de darle un barniz menos caritativo a una palabra que es sinónimo de dádiva.

El socialcomunismo diseña indigentes, menesterosos, pordioseros y mendigos tristes, que no pueden soñar con ser intrépidos viajeros, en estos tiempos de distancias abreviadas por los avances científicos. Por eso se hace más cuesta arriba creer que los cubanos -de a pie- puedan llegar en avión a las playas neoespartanas, disfrutar la gastronomía de la isla y comprarse un traje de baño en la 4 de Mayo. Todo indica que los vuelos fueron fletados con petrodólares venezolanos, para pasear al más incondicional funcionariado cubano. Ese que sirve en los organismos de seguridad, inteligencia, contrainteligencia y afines. Por supuesto, con todos los gastos a cargo del erario público venezolano.

Todo tiene tufo a propaganda. De hecho, la viceministra del minpopo de turismo, Leticia Gómez, afirmó jubilosa que “la operación aérea para traer cubanos a Margarita forma parte de la estrategia de su ministerio para posicionar a Venezuela como destino turístico”. Algo que está muy lejos de ser un turismo real, como lo es también acarrear gente de un país invasor, que tiene un año asesinando ucranianos. Mala publicidad y pésima propaganda.

Una industria del turismo modélica a la que le roncan los motores es la francesa o la española. Un dato lo dio Mariano Rajoy: 80 millones de viajeros en un año. Cifra que duplicó la población de la madre patria en ese momento. No, no se trata, por cierto, de un arma secreta, porque el turismo es muy visible al activar la economía de cualquier país. Siempre que garantice seguridad -en todos los sentidos- a los que llegan. Venezuela, valga recordarlo, no está entre los destinos recomendados por los gobiernos responsables del planeta. Porque la información fluye a la velocidad de la luz y todos saben que en este país la inseguridad es integral.

Cualquier paseo es un riesgo, el sistema de salud está en el foso, el matraqueo policial es omnipresente, no hay seguridad jurídica, los servicios de agua y electricidad son una calamidad y las comunicaciones están en la carraplana, con una de las peores conexiones de internet en el mundo. Con tan malos servicios no hay buenos hoteles. En fin, es una deplorable situación, que desanimaría incluso a los extraterrestres, cuya existencia sigue siendo un enigma y por eso los invitan.

Agridulces

Se cumple un año de la invasión rusa a Ucrania. “Un año de dolor, tristeza, fe y unidad” como lo calificó el presidente Zelenski. Aquel 24 de 2022 “fue el más largo de nuestras vidas, el más duro. Nos despertamos temprano y no nos hemos dormido desde entonces. Pero Ucrania ha sorprendido, inspirado y unido al mundo”.

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