lunes, 18 marzo 2024
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Ciudad Bolívar “en un rincón del alma”

En Ciudad Bolívar, a 257 años de su fundación, hay una “corte de los milagros” que enfila lanzas por una elección que ni sirve, ni proporcionará soluciones a la miseria.

@ottojansen

Contemplar Ciudad Bolívar ahora es olfatear la soledad, la ruina física, el desmantelamiento de la identidad bolivarense; soportar de igual modo el tufo de aguas negras en la calle Venezuela y el destruido Jardín Botánico. Es contemplar hoy con ojos de abatimiento a nuestra capital de Guayana, que este 22 de mayo conmemora sus 257 años de fundación.

Solo basta transitar por el Casco Histórico o darse una vuelta por el Paseo Orinoco, ambos sitios emblemas por excelencia de esa Ciudad Bolívar llena de historias patrias, de múltiples episodios de la economía fluvial, del linaje y legado de sus comerciantes que otorgaron luces a la Guayana del siglo XIX, para corroborar el declive de la antigua ciudad portuaria que alentó, en años más recientes de la democracia, condiciones objetivas como potencial de población basada en la efervescencia de la pujante comunidad universitaria, de asentamiento cultural desde el ancla del Museo Jesús Soto o de puerta abierta a las posibilidades turísticas de todo el verdor de la región.

El recorrido por las barriadas y urbanizaciones es más patético aún. En La Sabanita, famosa, numerosa y querida comunidad de la ciudad, el progreso quedó estancado en el tiempo por la corrupción y el desamparo de la gestión pública local y de cualquier nivel. Las fosas abandonadas, ahora pestilentes e inútiles, del “gran” acueducto del oeste, en cuya publicidad el general Rangel Gómez gastó millones en bolívares “fuertes”, sin contar los presupuestos y créditos adicionales de ejecución, son prueba del abandono e indiferencia que ha devenido en la espantosa falta de agua por tuberías a todos los urbanismos que integran la parroquia y la subsecuente aparición de convoyes de pintorescas carruchas que venden el líquido y con la que se sostienen las familias. Pero ante el desplome de los servicios, la economía, las instituciones y el padecimiento de sus habitantes, la ingeniería popular hace su aporte realizando una trocha -como hace 100 años- que une las cárcavas de La Sabanita con la urbanización El Perú, para que los vecinos, frente a la falta de transporte público, avancen.

Los Próceres, que pudo significar expansión de urbanismos modernizadores, se pasmó por la ausencia crónica de servicios y sus veredas de transformaron en objetivos del hampa, que con los saqueos de 2016 sepultaron los emprendimientos populares de comida. Otras historias, aún más lacerantes, relatan los habitantes de las barriadas que bordean la avenida Perimetral, donde la pobreza y la orfandad han sido por años su signo; ahora hundidos en mayor desolación. El abogado Ramón Russian reporta regularmente en sus cuentas de redes sociales las penurias de los vecinos por la falta de agua en el céntrico Casco Histórico de vacías dependencias oficiales, donde él reside. A la par el doctor Luis Beltrán Franco, también desde las redes sociales, invita al reclamo sobre la penosa soledad y escombros de la cumpleañera capital, en el sopor de los días cotidianos.

“Me parece mentira”

¿Dónde está el futuro? ¿Dónde la esperanza? Conocer bien los capítulos del pasado, presente y su honda proyección en la tarea de construir el porvenir de nuestra Ciudad Bolívar es una tarea a la que un discurso firme como el que hilvana el profesor Alfredo Inatty en relación con la identidad de Guayana, el presente proceso militarista y aniquilación de la civilidad y la República, suena imprescindible para atajar la ignorancia y la vocinglería de los que ocupan la conducción de la nación entera. Pero es también esa clase magistral, necesaria en todos los rincones de nuestro pueblo; siembra requerida que han de asimilar los angostureños ante tanto saltimbanqui (de los viejos personajes, ya gastados y de las nuevas generaciones ambiciosas) que inundan la oferta dirigente actual en el estado Bolívar.

El despropósito dictatorial viene preparando otro festín circense mediante la convocatoria de elecciones regionales y de alcaldes para los embates finales (agonizando el nexo con la gente) del control de la sociedad. En Ciudad Bolívar, en el aniversario 257 de su fundación, hay una “corte de los milagros” integrada por negociantes y reconocidos farsantes de la política que han ocupado su territorio para enfilar lanzas por un voto y unas elecciones que ni sirven ni proporcionarán soluciones a la miseria y a la libertad.

Ya preparan sus candidatos de plastilina, sus consignas repetidas y su manifiesta desconexión con las luchas y la solidaridad para seguir cumpliendo el rito del engaño: como si toda la destrucción material y del Estado de derecho estuviera solo en la imaginación de la ciudad que sobrevive al hambre y la pandemia.

Pero aún quedan los que retan a la adversidad e integran voces por la salvación nacional. Quedan los que conservan la memoria libertaria y le cantan al río y a sus callecitas. Por eso Ciudad Bolívar no será dada de baja, mientras, por lo menos uno -como el decir bíblico-, siga teniendo a este pueblo en un rincón del alma, como cantaba a otros amores Alberto Cortés, un poeta de otras tierras. ¡Feliz cumpleaños, querida Angostura! ¡Fuerte resistencia!